En Venezuela, los asesores militares cubanos son como dioses: nadie los puede ver, pero están en todas partes y su palabra es ley. Su misión: sostener a capa y espada al gobierno chavista, encabezado por Nicolás Maduro. Un gobierno que, con el malestar social y las protestas en la calle, mira con más devoción que nunca a estos “salvadores” isleños.
Cuarteles del ejército, ministerios de gobierno, dependencias petroleras, oficinas de Inteligencia, el mismo Palacio de Miraflores… Son cientos los militares cubanos que actúan entre bambalinas desde que respondieron al llamado de Hugo Chávez, no bien accedió al poder, 14 años atrás, y que Maduro heredó de su mentor como todo lo demás.
¿Son numerosos? ¿Son influyentes? ¿Son peligrosos? Preguntas que estuvieron sin respuesta durante muchos años, pero que ahora, aun con escasos datos disponibles por el hermetismo del tema, nadie duda en responder de manera afirmativa. “El trabajo de profesionales cubanos se basa en un tratado marco de 2000 que establece la cooperación entre Cuba y Venezuela, y dentro de esas reglas estaba el envío de asesores en distintas ramas. Pero la participación de los militares se fue de control”, dijo Adolfo Salgueiro, profesor de derecho internacional y asesor de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
El tratado bilateral era la expresión de esos trueques tan caros a Chávez, cuando en sus largos discursos soñaba con una América Latina bajo su tutela y sobre la base de intercambios regionales. En el caso cubano, el canje consistía en petróleo por especialistas.
En febrero pasado, el ministro de Petróleo y Minería venezolano, Rafael Ramírez, dijo que la cooperación con Cuba asciende a 70 000 barriles diarios, equivalentes a unos USD 6,8 millones, al precio actual del mercado, según una publicación del diario El Nacional. Más de 2 000 millones al año.
La Misión Milagro es, desde la década anterior, la punta de lanza de la cooperación. Consiste en la llegada permanente de médicos cubanos, que han atendido a cientos de miles de venezolanos de enfermedades oculares, intestinales, etc.
Los militares se convirtieron en la cara más oscura de ese contingente de profesionales -maestros, médicos, ingenieros- que intervinieron en los programas sociales que el chavismo montó en las barriadas.
Las denuncias contra la excesiva influencia cubana se acumularon desde entonces, sobre todo después de que el general Antonio Rivero, cercano al comandante, desertó de sus filas y abrió una ventana al submundo de esa hermandad secreta.
“Te voy a sacar porque tú no te alineas a la política”, le dijo Chávez cuando Rivero expresó sus reservas sobre el peso desmedido de los agentes cubanos. Luego de dos cambios de destino digitados por el líder, incluido un comando en la selva, Rivero pidió la baja en 2010 y pasó a la oposición. Desde entonces entra y sale de la cárcel según el humor de las autoridades.
Otros testimonios, documentos y especialistas sitúan a los cubanos en lo alto de comandos militares, guarniciones, bases aéreas, puestos fronterizos, estaciones satelitales e instalaciones petroleras.
Además, entrenan a la milicia bolivariana, y crecen las sospechas y denuncias de que adiestran a los grupos de choque que actúan contra las marchas opositoras, cuya represión en los últimos dos meses dejó más de 30 muertos y 500 heridos.
A su juego los llamaron. Más aún cuando entre las exigencias de los manifestantes opositores está la de terminar con la injerencia cubana en los asuntos de Venezuela.
Es posible que no sean cubanos los matones que lanzan gases, disparan desde azoteas y agitan la cachiporra. Pero hay indicios de que sean ellos los que indican cómo y dónde hacerlo. Para Carlos Romero, experto en asuntos internacionales, todo el programa bilateral entre Cuba y Venezuela tiene relación con la inteligencia y la seguridad. Y lo expresa con la figura de una pirámide.
Los maestros y médicos deben reportar hacia arriba sobre la situación política y social de los sectores populares. En otro escalón, hay infiltrados en actividades profesionales o camuflados en compañías mixtas cubano-venezolanas. En la cima de la pirámide están los militares que trabajan con los mandos venezolanos y que acceden a secretos de Estado.
“Todos ellos forman un conglomerado fundamental para el ojo de Cuba sobre Venezuela”, dijo Romero. El objetivo, desde luego, es evitar la desaparición del régimen chavista, el mecenas petrolero que con su dotación de barriles mantiene a flote la economía de la isla.
Si los cubanos están en todas partes, si todo lo ven y todo lo saben, ¿no serán invulnerables? “Tampoco son unos campeones”, dice Romero. “La muerte de Chávez no la controlaron, Maduro no les ha resultado tan bueno como esperaban, ni esperaban una situación económica tan grave.
Y la mitad del país se niega a entrar en el aro: expresó en las calles que no quiere un modelo socialista”.
En contexto Los militares cubanos se convirtieron, desde hace 14 años, en la cara menos expuesta del contingente de profesionales (maestros, médicos, ingenieros) que intervinieron en los programas sociales que el chavismo montó en las barriadas.