El australiano Julián Assange es paradigmático. Pero sobre todo, temido. Y odiado por revelar información confidencial, muy incómoda, de gobiernos y corporaciones de todo el planeta. Considerado un anarquista del periodismo, Assange (de 39 años) es un hombre de pocos amigos y muchos enemigos, algunos muy poderosos: la lista la encabeza el Pentágono, seguido por grandes bancos, multinacionales, sectas, gobiernos’
Assange empezó a convertirse en una pesadilla del poder desde el 2006, cuando fundó el sitio Wikileaks, convertido en una arma de destrucción masiva de secretos. Tan secretos como los 400 000 documentos confidenciales sobre la guerra de Iraq, considerada la mayor filtración en la historia del Ejército de EE.UU.En abril del 2010 liberó los papeles de Afganistán, 77 000 informes desclasificados que destapaban la muerte de unos 20 000 afganos. También puso contra la pared al mayor banco islandés, The New Kaupthing, destapando un documento oficial que evidenciaba la irresponsable gestión de sus administradores, que meses después fueron encarcelados. Y sacaron a la luz manuales secretos de la iglesia de la Cienciología.
A fines del año pasado, Assange levantó un nuevo tsunami: filtró 250 000 cables que empezaron a divulgar sistemáticamente los diarios más influyentes del planeta, entre ellos The Guardian (Inglaterra), New York Times (EE.UU.), Le Monde (Francia) y Der Spiegel (Alemania).
Desde hace más de un mes esas filtraciones aterrizaron en Latinoamérica y empezaron a ser publicadas por medios referenciales en varios países, entre ellos Ecuador, donde los escogidos fueron los periódicos El Universo y EL COMERCIO.
Entonces, ambos medios empezaron un minucioso proceso para obtener los cables confidenciales que la Embajada de EE.UU. en Quito envió al Departamento de Estado, entre el 2004 y el 2010. EL COMERCIO obtuvo los documentos el 2 de abril y paralelamente gestionó una entrevista con Assange, que accedió a contestarla semanas después, vía correo electrónico, siguiendo los acostumbrados códigos secretos de su organización, en los que se mueve como un pez en el agua.
A pesar de que el Gobierno ecuatoriano inicialmente dio crédito a los cables filtrados por Wikileaks, e incluso anunció que lo invitaría a usted a venir al país, luego, cuando esos documentos empezaron a afectar su imagen, funcionarios de la Cancillería les restaron credibilidad, señalando, incluso, que eran una payasada. ¿Cuán confiables son los cables enviados desde Quito al Departamento de Estado de Estados Unidos?
Los cables son informes enviados por cada Embajada de EE.UU. alrededor del mundo a la Secretaría de Estado, y de esa oficina a las otras embajadas y agencias. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que la información contenida en estos documentos es lo que la Embajadora escribió. Están escritos desde un punto de vista de los Estados Unidos. No obstante, ellos dicen verdaderamente lo que la Embajada envió secretamente a Washington.
Funcionarios del Régimen también han sostenido que la publicación de los cables tiene un fin político, que es parte de una campaña mediática en su contra. ¿Hay alguna intención por parte de Wikileaks de desestabilizar al Gobierno ecuatoriano, al haber llegado a un acuerdo con EL COMERCIO, que recibió un paquete de cables?
No es nuestro afán desestabilizar a ningún Gobierno per se. Más bien, nosotros trabajamos por el derecho del público a la información sobre y acerca de sus gobiernos. En algunas instancias, esto ha tenido un efecto desestabilizador legítimo, pero es el resultado positivo de nuestro propósito más amplio. Si la verdad que nosotros revelamos moviliza a la gente a reaccionar contra gobiernos ilegítimos, entonces esa es su elección. La forma en que los habitantes escogen reaccionar a lo que descubren sobre sus gobiernos depende de ellos, eso no le compete a nuestra organización .
¿Cuál es el propósito central de Wikileaks, al filtrar información secreta sobre la lectura de diplomáticos estadounidenses y sus relaciones con diferentes países?
El objetivo de Wilileaks es promover la justicia, al exponer a gobiernos y corporaciones poderosas. Hay demasiado trabajo realizado por estas entidades para esconder información, que debería ser conocida por el público.
¿Es una lucha contra el secretismo corporativo, no solo estatal?
Nosotros trabajamos para pelear contra esta censura informativa, al revelar información que estas organizaciones esconden. Frecuentemente esta información son secretos oficiales vinculados con el poder global y su relación con los distintos países, pero son también muchas otras cosas como el Climagate. Publicamos ‘e-mails’ de científicos que habían adaptado los resultados de sus investigaciones a su conveniencia.
¿Con cúantos medios en el mundo se han firmado acuerdos para difundir la información?
Estamos trabajando con unas setenta organizaciones en el mundo. Hay periódicos, noticieros, radios, estaciones de TV, organizaciones de derechos humanos de muchos países, en cada región, que se van sumando, a medida que pasa el tiempo.
¿Cuál es la contribución de Wikileaks a la comunidad mundial después de la publicación de los secretos del Departamento de Estado de Estados Unidos?
El Cablegate ha mostrado al público en todo el mundo lo que sus gobiernos están haciendo en secreto y lo que EE.UU. piensa de la gente clave en sus países. Esta es información importante que la comunidad en cada país debe conocer. Nosotros hemos visto fuertes reacciones por la información de los cables: la oposición en India realizó ocho caminatas por la información que el Gobierno se negó a discutir y que estaba en nuestros cables. La Embajadora de Estados Unidos en Ecuador fue forzada a renunciar, así como el Canciller de Paraguay, debido a la información contenida en los cables. Además, Cablegates fue un buen paso adelante para destapar una parte importante de la historia del mundo y hacerla accesible al público. La información contenida en los cables que divulgamos y entregamos a los medios es parte de la historia de la gente de cada país y el poner esto a disposición de ellos es un logro importante.
Los entretelones
Ciento veinte personas, pertenecientes al llamado gabinete de crisis Wikileaks en EE.UU., trabajan en los alrededores
del Pentágono para contrarrestar los efectos de las filtraciones.
Dos chicas denunciaron, en una misma semana, a finales de agosto pasado, a Assange, por un supuesto acoso sexual en
Suecia. Él asegura que las relaciones fueron consentidas por las suecas.
Los recursos con que se mantiene Wikileaks provienen de donantes anónimos de varios países. La información que
obtiene también se origina de diversas fuentes.