Las negociaciones de paz para Siria empezaron ayer con un masivo apoyo internacional, pero con señales que anticipan que llevará mucho tiempo aproximar los objetivos del Gobierno y de la oposición, que hoy se acusaron mutuamente de ser los responsables de la catástrofe.
El líder opositor Ahmad Yarba recriminó al gobierno de Bashar Al Asad la responsabilidad de la muerte de 200 000 civiles, por lo que no hay otra solución que “ponerle de lado, al igual que a todos los símbolos de su régimen”.
Yarba, presidente de la Coalición Nacional Siria (Cnfros) -una alianza de opositores que sufrió pérdidas importantes por su decisión de participar en este proceso-, será el interlocutor del ministro de Asuntos Exteriores de Siria, Walid Muallem, en las negociaciones.
Por primera vez hoy, en la inauguración de esta primera ronda de conversaciones -conocida como Ginebra 2-, Gobierno y oposición se sentaron en la misma sala, arropados por delegaciones de otros cuarenta países que llegaron a Montreux para declarar su apoyo al retorno de la paz en el país árabe.
Sin embargo, el ministro Muallem arremetió contra la Cnfros, a cuyos dirigentes acusó de hospedarse en hoteles de cinco estrellas y ejercer la posición desde el extranjero, “mientras el pueblo sirio está siendo masacrado”.
Frente a esta profunda división, el mediador del proceso, el experimentado diplomático argelino Lajdar Brahimi, reconoció ante la prensa que no hay que hacerse ilusiones: “Será muy difícil y tendremos que trabajar duro”.
Todos los actores claves en este proceso -Estados Unidos, Rusia, la ONU y varios otros países- consideraron hoy que no habrá un avance determinante en esta primera ronda de negociaciones, en términos de alcanzar algún acuerdo sobre una transición política, aunque sí se espera algún tipo de entendimiento en el terreno humanitario.
Podría tratarse de aplicar un alto al fuego localizado, como en la provincia de Alepo, foco en las últimas semanas de duros combates; y de permitir la entrada de organizaciones de socorro a las áreas sitiadas donde hay población que lleva meses atrapada.
También se ha hablado de liberar o intercambiar presos, lo que parece difícil de aplicar debido a que la oposición está atomizada y es imposible contar con un registro de sus detenidos, mientras que el gobierno de Bashar al Asad tiene prisiones secretas, donde diversas informaciones indican que se utiliza la tortura de manera sistemática.
En los próximos días se verá la capacidad de Washington y Moscú de influir en oposición y Gobierno, respectivamente, a través de asesores que pondrán a disposición de las delegaciones sirias. Esta iniciativa busca evitar que las conversaciones entre las dos partes se interrumpan por cuestiones que pueden resolverse.