El papa Benedicto XVI pronunció ayer antes de llegar a Portugal una dura condena de los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia. Además, reconoció que la mayor persecución que sufre la institución no viene de los enemigos de “afuera” sino de sus “propios pecados”.
Esta declaración la hizo el Papa antes de aterrizar en Lisboa, primera etapa de su viaje de cuatro días, que lo conducirá a Fátima y Oporto, ante los periodistas que lo acompañan en el vuelo.
Antes de su primera misa al aire libre, en la plaza emblemática Terreiro do Paço, el Papa recibió del Alcalde de la capital portuguesa las llaves de la ciudad y pronunció su primer mensaje a la comunidad católica, pidiéndole renovar la propia fe.
Durante la misa, ante unas 70 mil personas, advirtió que “ninguna potencia adversa podrá destruir a la Iglesia”. Los católicos portugueses se han volcado a las calles para mostrar al Papa su apoyo pese a los escándalos que afectan a la jerarquía de la Iglesia Católica, por haber encubierto por décadas a sacerdotes pederastas, en particular en Estados Unidos y Europa. AFP