Las restricciones a la libre circulación de ciudadanos de los nuevos estados miembros de la Unión Europea culminaron el primero de enero, y los alemanes temen una invasión de rumanos y búlgaros en su mercado de trabajo, con los eventuales abusos en sus generosos sistemas de seguridad social.
La piedra fue lanzada por la Unión Social Cristiana bávara, que integra la coalición de gobierno, que a fin de año solicitó medidas más severas contra la ‘Armutsmigration‘ (migración pobre) con eslóganes como “quien estafa, vuela”.
Se teme no sólo un aumento de la mendicidad y la proliferación de barrios pobres, ya presente en muchas ciudades alemanas, sino una multiplicación de los abusos en los subsidios sociales previstos para todos los ciudadanos de la Unión Europea. Un debate encendido se activó con el primero de enero dentro y fuera del gobierno, con la CSU del líder y gobernador bávaro, Horst Seehofer, mas bien en minoría.
No sólo desde la oposición surgieron críticas y toma de distancia, sino también desde los aliados de gobierno, Unión Cristiano Demócrata (UCD) y Partido Socialdemócrata (PSD). Los críticos sostienen que de esa manera se criminaliza a pueblos enteros, y se levanta el populismo y el racismo.
Como la mayor parte de los países de la UE, Alemania, así como Gran Bretaña, y a diferencia de Italia y España, pusieron palos en la rueda en el acceso al mercado laboral al momento de la adhesión de Rumania y Bulgaria, con restricciones de siete años. Ahora el plazo se cumplió y los alemanes, ya aterrorizados por el rescate del euro y lo que deben aportar para los “derroches” del sur, temen que rumanos y búlgaros lleguen en masa a buscar trabajo a costo competitivo y a aprovechar sus sistemas de protección social.
Los empresarios y sindicalistas objetan que Alemania precisa mano de obra calificada (y no) e incluso algunos políticos alertan contra los alarmismos, “Precisamos a esta gente” dijo la encargada del gobierno para la integración, Aydan Oezoguz (socialdemócrata): “es inaceptable criminalizar a grupos étnicos enteros”. También protestó el embajador búlgaro en Berlín y el ministro de Exteriores Frank-Walter Steinmeier (SPD) tomó distancia: quien pone en duda la libre circulación de trabajadores “daña a Europa y daña a Alemania”, declaró hoy a Sueddeutsche Zeitung.
Los analistas políticos interpretan esta reacción bávara en clave electoral, ya que en primavera habrá comicios comunales en Baviera y en mayo elecciones europeas, donde la Usc busca ganar los votos del nuevo partido anti-euro Alternative fuer Deutschland (AFD). Pero también hay quien, como lo hizo hoy en la prensa el destacado polemista Henryk Broder, denuncia la hipocresía de políticos y medios.
Broder escribe: “con la ampliación Europa se germaniza (y no viceversa) pero no porque los alemanes sean de naturaleza imperialista, simplemente porque la economía alemana ejerce una fuerza de atracción a la cual no puede escapar ninguna economía europea”.