¿Quién dijo que en Ecuador no existe cultura de vinos? No será generalizada, pero en este país del “que chupe, que chupe” (cuanto más y más fuerte, mejor), existe un grupo de apasionados por conocer y disfrutar, con todos los sentidos, los secretos que encierra un buen vino.
Oficialmente son 1016. Son los miembros de la Cofradía del Vino: hombres y mujeres –sobre todo ejecutivos y mayores de 35 años– que siguen la pista a las últimas tendencias del mundo de la enología.
Nada que esté relacionado con las novedades que se ‘descorchan’ en este microuniverso, escapa del interés de este grupo de amateurs y especialistas. Por eso, las últimas buenas nuevas del Salón Gourmet europeo también tienen su eco por acá.
Antes nos podía llegar cualquier vino al país y se consumía. Ahora la gente sabe más. En un restaurante ya no se escucha solamente pedir un vino blanco o un tinto. La gente es más específica y dice, por ejemplo: “sírvame un Español, Tempranillo”. O: con esta carne sírvame un buen Malbec argentino”.
Quienes saben van más allá de la elemental (y desactualizada) asociación blanco-pescado; tinto, carne. “Ahora hay una enorme variedad y matices. Nuestro país, al no ser un gran productor, tiene vinos de todo el mundo”, explica Patricia Donoso de Pozo, directora ejecutiva de la Cofradía.
La tendencia -asegura la experta y así corrobora lo dicho en el Salón Gourmet- pone sobre la mesa vinos jóvenes, “fáciles de tomar, no muy ácidos y sin muchos taninos”. Vinos frescos, “que uno no tenga que estar guardando para poder disfrutarlos”, resume. ¿La practicidad llegó a las bodegas? “De cierta forma sí, pero depende de la ocasión. Por supuesto, hay vinos con un ‘superañejamiento’ de estructura potente, que un amante del vino guarda por lo menos un par de años, para una ocasión especial. Pero también hay vinos jóvenes, de excelente calidad, que se compran para consumirlos enseguida. Son la clase de vino con la que se acompañaría, por ejemplo, una pizza”.
Porque, en Ecuador ya hay gente que consume vino con pizza o con un almuerzo de día ordinario. No mucha, pero hay. “En la pizzería Hornero puedes llevar tu propia botella y si vas Al Forno, en la mayoría de las mesas hay una botella de vino”. Para esas ocasiones sirven estos vinos que salen a la venta “listos para tomarse”.
Los vinos dulces, de postre, también entran con fuerza. En los restaurantes ecuatorianos –especialmente aquellos que han recibido capacitación– ya se los puede encontrar. “Son vinos que se cosechan en forma tardía. Se deja madurar a la uva, casi hasta convertirse en una pasa y eso se prensa. Ese jugo tan dulce va a proceso de alejamiento en barrica por entre cuatro o seis meses y después se lo embotella. Es perfecto para acompañar un postre de frutas, pues tiene un poco de acidez o frescura”. Con el ‘boom’ han llegado también los vinos rosados, que se sirven como aperitivos o para acompañar una comida ligera.
El cava o espumante también se abre paso, aunque es menos popular. “También se conoce como champán”, explica Donoso. Esta ligera y burbujeante bebida trae una revolucionaria novedad. “Va muy bien con la comida ecuatoriana, que tiene picantes y todo tipo de condimentos”. No es absurdo pensar en acompañar un plato de llapingachos con un buen cava. De paso, atrás queda la idea de que sirve solo para las grandes ocasiones’
Tampoco se ve bien el ofrecer o pedir un whisky como bajativo; costumbre bastante extendida en el país. Para eso están el oporto (buena compañía para el chocolate); la grapa, los sambucas, el chinchón, el anisado, el limonchelo. “Todos presentes en los buenos restaurantes”.
La preocupación por el ambiente es otra de las tendencias internacionales. Poco a poco empiezan a pegar en el mercado los vinos orgánicos, aquellos que se producen de forma sustentable, sin usar nada que vaya en contra de la naturaleza. “Hasta los abonos deben ser orgánicos y las vides para trepar son hebras vegetales de diferentes plantas. Se producen, sobre todo, en Chile, Argentina y Estados Unidos”.
Los consumidores ecuatorianos no han llegado tan lejos. “Pero están en busca de cosas nuevas y si saben que hay una preocupación ecológica o social detrás, eligen esa marca”.
Influencia de la cofradía
La Cofradía del Vino ofrece capacitación para restaurantes y personal de hostelería. El entrenamiento incluye la forma en que se debe tratar a los distintos grupos objetivos: aquellos clientes que saben mucho sobre vino y aquellos que creen saber. “Los meseros incluso deben conocer a quién dirigirse a la hora de catar el vino”, explica Donoso.
Desde que nació la Cofradía, en el 2008, se incrementó en un 170 % el consumo de buen vino en el país. Ecuador se convirtió en el país de Sudamérica de mejor crecimiento de consumo de vino de calidad.