Redacción Mundo
En estos días y semanas ciudadanos conservadores estadounidenses de Arizona y Texas (este último posiblemente sea el próximo estado en aprobar una ley que persiga a los inmigrantes) están de acuerdo con endurecer las regulaciones a los indocumentados.
La mayoría de ellos se niega a reconocer que desde hace décadas Estados Unidos se ha desarrollado gracias a la ‘cara oculta de la inmigración’. Aquella que se encarga de las labores más duras como sembrar y cosechar lechuga, cuidar niños o atender en restaurantes.
Es esa inmigración que los empresarios de Phoenix-Arizona apoyan porque saben que los inmigrantes hispanos compran desde un litro de leche hasta viviendas, apuntalando así el motor económico de este país del Primer Mundo.
Sin embargo, y pese a las dificultades, la crisis económica, la falta de empleo y el miedo causado por la aprobación de la ley Arizona, los inmigrantes ecuatorianos, por ejemplo, tienen esperanzas de que la situación va a cambiar.
El reporte de la corresponsal en Nueva York, Olga Imbaquingo, quien viajó a Arizona para escribir una serie de reportajes publicados en diario EL COMERCIO, señala que los inmigrantes no ven a Ecuador como la tierra a la que hay que volver sino, quién sabe, a la vejez. Su intención es reunir a la familia en Estados Unidos y, en muchos casos, son ellos los que están financiando desde EE.UU. el viaje de sus hijos u otros familiares desde Ecuador.
Es lo que ocurre con los ecuatorianos del Austro que, en su gran mayoría, ha emigrado a las ciudades estadounidenses, incluso a costa de hipotecar su futuro: el jefe de hogar que vive ya varios años en EE.UU. se endeuda por USD 40 000 con los chulqueros del Austro para intentar llevar a su esposa e hijos sin papeles y atravesando la frontera con los coyoteros.
La radiografía de la migración es compleja y es difícil conocerla a fondo. En la actualidad solo se sabe por los reportes de este Diario que en las cárceles de los poblados de Florence y Eloy, en Arizona, existen 57 ecuatorianos detenidos por tratar de cruzar la frontera sin documentos.
Además, los cálculos de la Cancillería hablan de 10 000 compatriotas que viven en Arizona, pero no hay certezas.
En ese sentido, la Secretaría Nacional del Migrante (Senami) no ha informado de sus gestiones para tramitar la salida de los connacionales que no han cometido ningún delito pero que son tratados como reos.
Este momento tampoco hay cifras de cuántos ecuatorianos emigran, de forma irregular, hacia EE.UU. Es casi imposible saberlo. Aunque se supone que no todos son detenidos, muchos sí logran pasar y siguen llegando, pero no en las cantidades de hace dos y tres años. En las calles de Nueva York o Arizona no es fácil, como ocurría hace varios años, encontrar ecuatorianos que digan que acaban de llegar. Las cifras del Consulado de Los Ángeles también muestran una sensible reducción del número de detenidos en la frontera en comparación de hace tres o cuatro años.
Por ejemplo, en el 2008, solo en Arizona, el Consulado atendió 820 casos de compatriotas detenidos en las cárceles de Florence y Eloy. Para el 2009, la estadística se redujo a 537 y en lo que va de este año se han atendido 316 casos.
Los pocos inmigrantes que aún se arriesgan a cruzar la frontera lo hacen por dos razones: es gente muy pobre que ignora la realidad de EE.UU.; y la numerosa población de ecuatorianos que vive en ese país es el gran imán que los atrae porque tienen donde llegar.