Estar encerrado no es nada nuevo. Desde hace siglos que los monasterios -y no solo católicos sino también budistas- han estado llenos de personas que, por uno u otro motivo, han optado por apartarse del mundo. Pero el jueves pasado fue ampliamente promocionado el cierre de una puerta, por un tiempo de nada más y nada menos de 520 días: fue el inicio de la misión Mars500.
Se trata de un proyecto del cual su organizadora, la Agencia Europea del Espacio (ESA) , promueve como el experimento psicológico más largo de la historia. Seis hombres de distintos orígenes y nacionalidades fueron seleccionados para convivir en una cápsula que recrea las condiciones de una nave espacial durante el tiempo que tomaría un viaje tripulado a Marte (1).
Lo primero que se me vino a la cabeza cuando leí la noticia es que, de plano, si se llega a cristalizar esa misión interplanetaria la mujer va a estar afuera de los planes. Si no es así, los científicos de la versión europea de la NASA parecerían haber olvidado que la convivencia entre un grupo mixto tiene una dinámica absolutamente distinta a la de los de grupos del mismo sexo.
Pero más allá de esta reflexión feminista, encontré muy interesante el sentido de nacionalismo que surge cuando ocurre algo fuera de lo común. Diario El Tiempo, de Bogotá, dedicó el jueves un sitio de preferencia en su página web porque uno de los participantes en Mars500 es Diego Urbina, de origen colombiano. Y en el espacio donde los lectores pueden opinar hubo hasta peleas entre internautas sobre si esto era cierto o no, y múltiples expresiones de orgullo por lo que hizo un joven que tuvo que emigrar a Europa porque siempre había soñado con ser astronauta. No se cumplió su deseo, pero vivirá la experiencia más cercana que existe a estar en una nave espacial.
Las informaciones también refieren que el mundo no podrá ver como en un ‘Big Brother’ lo que ocurre ahí, pero desde que empezó su aislamiento ya estos ‘tripulantes’ empezaron a mandar información sobre cómo fue el inicio de su aventura (2). Es decir, no se podrá ver en tiempo real, pero mantendrán comunicación con la humanidad a través de la Web.
Comer, dormir, trabajar y usar Internet… Parece una rutina similar a la que vive mucha gente. Ojalá y no llegue el momento en el que nos convirtamos en unos astronautas en pleno aislamiento…
Por si le interesa:(1) www.elpais.com/articulo/sociedad/voluntarios/parten/Marte/vuelo/simulado/520/dias/elpepusoccie/20100603elpepusoc_2/Tes(2) www.esa.int/esaCP/SEMX0F5XT9G_Spain_0