El Mercosur y sus países asociados, un mercado que genera exportaciones por 670.000 millones de dólares, debatirán entre jueves y viernes en Mendoza su estrategia de asociación con China y su plan de comercio regional, bajo la sombra del quiebre institucional en Paraguay.
Los 360 000 millones de dólares en inversión extranjera directa que ingresaron al bloque desde 2008, cifra inédita en la historia del pacto y sus socios, abren múltiples interrogantes en una región sacudida por asonadas desde 2008 en Bolivia, Ecuador y ahora Paraguay.
Los cerca de 100 millones de pobres que viven aún en el bloque y sus socios, pese al crecimiento sostenido y la baja del desempleo, constituyen una realidad y un conflicto que tensa las propias estrategias de desarrollo de los países.
El Mercosur, devenido luego de China en el principal acreedor de Estados Unidos, no logra aún edificar una estrategia común de desarrollo y ello puede impedir que la bonanza derive en desarrollo.
“Existe el riesgo de que estos enormes recursos que llegan a la región acentúen la primarización de las economías” y que los países concentren su producción en materias primas, reiteró las últimas semanas la secretaria ejecutiva de Cepal, Alicia Bárcena.
En ese marco, Brasil y Argentina, miembros fundadores de Mercosur, concentran hoy la mayor parte del dinamismo y apuestan por una industrialización interna, posible hoy por los flujos que llegan a la región y su solidez financiera, expresada en millonarias reservas.
Chile y Colombia, naciones asociadas, son los otros colosos del área, pero apuntan por un libre comercio sin restricciones, que ambos empujan en la Alianza del Pacífico, pacto integrado también por México y Perú, que es mirado con recelo geopolítico por Brasil.
Las luchas económicas, casi siempre traducidas al plano político, son sin embargo conscientes de que el auge latinoamericano requiere de una voz común para los foros multilaterales y la relación con China. El propio primer ministro chino, Weng Jiabao, tras visitar Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, valoró la posibilidad de su país de impulsar un plan de cooperación y ayuda financiera por miles de millones de dólares con los pactos regionales, entre ellos Mercosur.
“Seremos amigos íntimos”, lanzó en Santiago Weng Jiabao respecto del futuro de la relación económica y política con la región.
Por ahora, abrió la opción de un tratado de libre comercio con Mercosur. Y es que este bloque, donde viven 355 millones de personas, no sólo debe mirar los problemas internos de su desarrollo, sino también entender su camino como parte de un desplazamiento global.
Hoy por hoy, las economías emergentes están igualando la participación de las economías desarrolladas en el PIB mundial y las superarán en menos de 5 años, según datos de la Cepal. Lo mismo ocurrirá con el comercio Sur-Sur, el que para el 2017 ya habrá superado el comercio Norte-Norte, en momentos en que más de la mitad de los flujos de la inversión extranjera directa acuden a países en desarrollo.
De hecho, el Mercosur cuenta con un conjunto de firmas que comenzaron ya a invertir fuera de sus países. Entre ellas figuran Petrobras, Vale e Itaú-Unibanco de Brasil, Cencosud de Chile y PDVSA de Venezuela.
¿Podrán entonces los millonarios flujos de inversiones y comercio aplacar las diferencias sociales o las acentuarán? El reto aún abierto es saber si el Mercosur y sus socios caminarán a la estabilidad o bien el reparto de un botín tan grande hará tropezar a los países menos institucionalizados y desarrollados.