Margot Kaessmann, la primera mujer que lidera la Iglesia Luterana alemana, con aproximadamente 25 millones de fieles, conocida como la ‘obispo pop’ presentó, esta semana, su dimisión a todos sus cargos eclesiásticos tras haber sido interceptada por la Policía cuando conducía su vehículo oficial en estado de embriaguez.
La tasa de alcohol en la sangre de la religiosa, de 51 años, triplicaba el máximo legal permitido en Alemania. “Soy consciente de lo peligroso e irresponsable que es beber y conducir, y estoy preparada para asumir las consecuencias legales de ello”, dijo Kaessmann al diario alemán Bild.
La obispo de Hannover, madre de cuatro hijos y que ha superado con éxito un cáncer de mama, podría perder su carné de conducir durante un año y tener que pagar una multa equivalente a un salario.
No es la primera vez que salta a los titulares de la prensa. Su elección en octubre de 2009 como jefa de la Iglesia protestante alemana suscitó polémica por ser la primera mujer en ocupar ese cargo y, además, divorciada.
En enero pasado, en su sermón de Año Nuevo, irritó a la clase política al pedir desde el púlpito la salida de las tropas alemanas de Afganistán. También ha criticado la postura de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad, la ordenación de las mujeres y el celibato.