Angelo Giuseppe Roncalli nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte (norte de Italia), en el seno de una modesta familia campesina de Lombardía. Estudió en el Seminario Pontificio Romano y fue ordenado sacerdote en 1904 y obispo en 1925.
Emprendió la carrera diplomática y fue enviado a Bulgaria, Turquía y finalmente a Francia poco después de la Segunda Guerra Mundial.
Durante el conflicto ayudó a salvar a miles de judíos de la persecución nazi en Hungría, lo que ha sido reconocido por importantes organizaciones. Su estratagema -un plan para bautizar a judíos húngaros, que con esos certificados evitaron ser enviados a los campos de concentración- salvó a 24 000 personas.
En 1953 fue designado cardenal y nombrado patriarca de Venecia. Tenía 77 años cuando fue elegido papa, el 28 de octubre de 1958, con el nombre de Juan XXIII, sucediendo a Pío XII.
El nuevo papa, que era visto al principio como una figura de transición, sorprendió al mundo al anunciar el 25 de enero de 1959 la celebración del Concilio Vaticano II, una asamblea con todos los obispos del mundo para cambiar a la Iglesia, que llegó a inaugurar el 11 de octubre de 1962.
En este se debatió muchos temas, desde abandonar la sotana hasta el latín como idioma oficial de la Santa Sede, pasando por la libertad de conciencia y de religión, el diálogo con otras religiones y con los no creyentes y modificó la actitud del catolicismo hacia los judíos.
El Concilio no había concluido cuando Juan XXIII falleció, el 3 de junio de 1963, luego de haber publicado la encíclica “Pacem in Terris” (Paz en la tierra). Pocos meses antes de su muerte, en octubre del 1962, había enviado su histórico mensaje radial urbi et orbi a las embajadas de Estados Unidos y la Unión Soviética para pedir la paz y frenar la llamada crisis de los misiles en Cuba, que amenazó con desencadenar una guerra nuclear.
Juan XXIII, el llamado “papa bueno“, fue reputado por su sencillez y afabilidad. El 3 de septiembre de 2000 fue beatificado por Juan Pablo II, junto a quien será canonizado el domingo, 27 de abril, por el papa argentino Francisco.