Joven y católico; ese es el perfil de la gran mayoría de los 800 000 peregrinos que inundaron ayer, 27 de abril, las calles de la Ciudad del Vaticano y Roma para celebrar que Juan Pablo II y Juan XXIII ya se convirtieran en santos.
Un goteo incesante de personas abarrotó las calles de la capital del catolicismo desde primeras horas de la madrugada, con el objetivo de vivir en primera fila las canonizaciones.
A partir de las 05:00 horas se permitió la entrada a la Plaza de San Pedro y, desde ese momento y hasta el comienzo de la ceremonia, miles de personas fueron agolpándose alrededor de la Basílica y a lo largo de la Vía de la Conciliación, la calle que conecta la Ciudad del Vaticano con Roma.
Cuando se estimó que el aforo estaba completo, alrededor de 250 000 personas según la Santa Sede, los demás peregrinos católicos deseosos de vivir esta jornada histórica tuvieron que conformarse con ver el evento en pantallas colocadas en otros puntos de la capital, entre ellos la Plaza Navona, el Coliseo o Santa María la Mayor.
Entre los afortunados que sí asistieron a la santificación de los papas en la plaza vaticana, predominaron los jóvenes polacos procedentes del país de nacimiento de Karol Wojtyla.
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Así, los colores blanco y rojo de la bandera polaca cubrieron la plaza con pañuelos, camisetas y trajes típicos del país. Los cánticos en lengua polaca se mezclaron con el himno de las Jornadas Mundiales de la Juventud “Jesus Christ, you are my life”, en un día gris en el que las nubes amenazaban con tormenta pero que, para alivio de los fieles, solo dejaron una ligera llovizna.
La gran mayoría siguió la misa con traductores simultáneos, mientras otros pocos se ayudaron de alguno de los miles de libros repartidos por la Santa Sede.
Juan Pablo II fue “el Papa de los jóvenes” y, por eso, decenas de miles de chicos de España, México, Costa Rica, Puerto Rico, Panamá, Nicaragua, Colombia, Brasil y otros países del mundo quisieron acompañar al Pontífice polaco en su proclamación como santo.
“Hemos venido por Juan Pablo II, que fue un papa que nos marcó mucho porque fue el que más se acercó a los jóvenes”, explicó la española Carlota Villar, de 16 años, acompañada por sus compañeras de instituto que vinieron a Roma en viaje de fin de curso.
A lgunos peregrinos también tuvieron palabras de recuerdo para Juan XXIII, conocido como “el papa bueno”, como la puertorriqueña Wanda Monserrat, quien destacó de Roncalli los cambios que realizó en la Iglesia. Unas reformas que los peregrinos también esperan del actual pontífice, el papa Francisco, de quien muchos destacaron su humildad y cercanía, muy similar a la que en su momento mostraron los dos nuevos santos.
Benedicto XVI y Francisco, juntos
Uno de los momentos más emotivos fue la aparición del Papa emérito Benedicto XVI. L os presentes en la plaza de San Pedro corearon “Benedicto, Benedicto!” y los gritos se convirtieron en un estruendo cuando el papa Francisco se acercó a su predecesor para saludarlo con gran afecto.
Los dos nuevos santos de la Iglesia Católica, canonizados ayer, son pontífices recientes que la devolvieron a sus valores originales, según el Papa Francisco. En la homilía de la misa, el Pontífice recordó que los dos santos fueron hombres de su tiempo, una época de la que supieron de sus dramas. “Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte”.
Un dato anecdótico fue que el protocolo del Vaticano fue quebrado por los pedidos de “selfie con Francisco” de jefes de Estado y jefes de delegaciones. En al menos dos ocasiones, representantes oficiales le pidieron al Papa que posara para un autorretrato.