El izquierdista Mujica sabe el terreno que pisa

Mientras el presidente de Uruguay, José ‘Pepe’ Mujica, desayuna o almuerza en bares públicos, su canciller, Luis Almagro, usa el transporte público de pasajeros para ir todos los días a su trabajo.

Estas son algunas de las señales que transmite el nuevo gobierno de Uruguay que hace un mes (1 de marzo) asumió con la ‘austeridad’ y la ‘dignidad’ como dos de las marcas registradas, impuestas por Mujica.

Desde el primer día de su administración, él asumió esa actitud que se repite día a día, y que lleva al dirigente de 75 años a expresar, con orgullo, que “Uruguay es un país distinto”.

Distinto no solo porque al ex líder guerrillero tupamaro le incomodan las extremas medidas de seguridad, sino porque sus acciones y discursos políticos, hasta el momento, han sido coherentes con su vida.

Las primeras muestras de tolerancia y respeto las dio el 15 de marzo, cuando planteó una ley considerada como polémica: liberar a los presos mayores de 70 años, entre los que incluye a militares que violaron los derechos humanos en la última dictadura (1973-1985).

“Yo no quiero tener viejos presos. Viejos de 75, 80 años, no solo a los militares, ningún preso a esa edad”. Y Mujica conoce muy bien el drama de estar encarcelado: durante 14 años su vida transcurrió en diversas unidades militares, antes y durante la dictadura.

Del Presidente -de profesión chacarero (floricultor)- también se destaca sus múltiples señales de apertura y de buena voluntad hacia la oposición y del llamado a la “unidad nacional” a los militares.

Mujica “ha definido un programa que entierra todos los tabúes históricos de la izquierda tradicional”, opina Julio María Sanguinetti, dos veces presidente por el Partido Colorado, conservador.

Carismático e informal, el nuevo gobernante desarrolló una actividad externa intensa, con un maratón de viajes que abarcó Chile, Bolivia y Brasil -la semana próxima irá a Venezuela- buscando consolidar lazos y explorar posibilidades de inversión. Estas visitas “marcan la prioridad que tiene América Latina en su concepción geopolítica”, apunta el politólogo Adolfo Garcé.

En este contexto el mensaje de Mujica en su última visita a Brasil fue lapidario para los dirigentes o presidentes de izquierda que están en contra de todo y se niegan a tratar el caso Cuba. El líder izquierdista uruguayo cuestionó la “intolerancia” del gobierno cubano con los disidentes. “El mundo no tiene la tolerancia... mientras exista la posibilidad del recurso a la fuerza, a la brutalidad, a la guerra, a la intolerancia, estaremos sujetos a primitivismos, toda intolerancia debe ser evitada”.

Ejército contra la pobreza

José Mujica dijo el miércoles 31 que quiere al ejército “para luchar contra la pobreza” en referencia a una carta que su colega de Costa Rica, Óscar Arias, le envió pidiéndole que elimine el Ejército, como hizo su país en 1949. “Mi opinión personal no importa”, porque “cuando se es presidente no se hace lo que se quiere, se hace apenas lo que se puede”, dijo Mujica.

Dos días antes en Brasilia, el presidente Mujica afirmó que Brasil debe liderar a la región latinoamericana ante la comunidad internacional. “El mundo se organiza en bloques gigantes y nuestro portavoz debe ser Brasil”. 

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