El Premio Nobel de Literatura y excandidato presidencial, Mario Vargas Llosa, cree que tras el cierre del capítulo de la delimitación marítima entre Perú y Chile es necesario trabajar en una agenda de integración acorde al siglo XXI. “Lo que importa es empezar a disolver las fronteras, de manera inteligente, pacífica, democrática, a través del comercio, de intercambios más intensos entre Perú y Chile”.
¿Cómo vio el fallo mismo?
En el fallo mismo hay la idea fundamental de que ninguno de los dos puede sentirse ni totalmente victorioso ni totalmente derrotado. El fallo da parte de las aspiraciones del Perú -pero no todas- y quita a Chile mucho menos de lo que Chile temía. De tal manera que ambos países pueden alegar que no están totalmente satisfechos, pero que no están totalmente insatisfechos, como lo estarían si hubiera una clarísima inapelable victoria o derrota.
Hay dos puntos controvertidos. Uno es el concepto de “dominio marítimo”, que está en la Constitución peruana y que, a juicio de Chile, debiera ser clarificado. Y el otro es sobre el “triángulo terrestre” que se forma a partir del Hito 1 y que ambos países reclaman como suyos. ¿Cuál es su posición al respecto?
Creo que esos son problemas muy menores y que hay que esforzarse, tanto chilenos como peruanos, para que sigan siendo eso: problemas menores que sean resueltos con buena voluntad mutua, y que no sirvan de ninguna manera para volver a levantar tensión entre los dos países. Lo que queda son cosas pequeñas que no deben servir para mantener viva esa tensión con la que no ganamos nada, salvo politicastros de tercera que tratan de utilizarla luciéndose de patriotas.
¿Cómo interpreta la respuesta del presidente Piñera a los temas controversiales del fallo?
Yo creo que era absolutamente normal que el Presidente de Chile dijera lo que él ha dicho. Pero, al mismo tiempo, es importante lo que dijo la oposición a Piñera. El discurso de Bachelet ha sido impecable. Gran moderación y realismo, ha hablado como una verdadera estadista. Ha dicho, “lamentamos el fallo, bueno, muy bien, pero hay un fallo y se va acatar”.
¿Y cómo ve el proceso de implementación de la decisión de la Corte?
Lo fundamental es la buena voluntad de ambos gobiernos. Que se haga a través de una colaboración lo más discreta posible, para no dar armas a los incendiarios de siempre. Los que han tratado de utilizar (la controversia) de una manera oportunista han sido sancionados claramente por una opinión pública que no se ha dejado manipular.
Para Chile sería importante que Perú firme luego la Convención del Mar. ¿Qué piensa usted?
Yo estoy a favor de firmarla, siempre lo estuve. Creo que fue un error del Perú no firmarla en el pasado. Había unas razones de política local que explicaban esa reticencia, pero creo que ahora no hay absolutamente ninguna razón para que no se firme.
En Santiago, se ha levantado una polémica sobre la conveniencia de seguir en el Pacto de Bogotá. Ciertos parlamentarios de derecha han pedido desahuciarlo. ¿Qué opina de eso?
Espero que no cometa Chile esa insensatez. Sería romper una unidad latinoamericana que existe en ese campo y que crea una legalidad que sirve por igual al conjunto de América Latina. Espero que esa política no prospere. Es del peor nacionalismo. Un nacionalismo que defiende una especie de aislamiento jurídico.
Jorge Edwards y usted pedían “salir de la mentalidad del siglo XIX y entrar a la del XXI. ¿Cuál es esa mentalidad?
La mentalidad del siglo XXI es la de los intercambios, la de la integración. Creo que el gran obstáculo para la integración es que no se podían mezclar el agua y el aceite. Por eso es que la Alianza del Pacífico me parece tan importante. Creo que la Alianza pueden convertirse en una locomotora continental.