El primer ministro de Gran Bretaña, Gordon Brown, sorprendió ayer al anunciar que renunciará en este año, una decisión que busca dar a su Partido Laborista la oportunidad de formar un gobierno con los liberal-demócratas.
Los liberales estuvieron negociando durante el fin de semana con los conservadores, liderados por David Cameron. Ellos ganaron buena parte de los escaños en las elecciones parlamentarias del 6 de mayo, pero no alcanzaron una mayoría para ser gobierno.Los laboristas, en el poder desde 1997, quedaron segundos en las elecciones, y los liberales demócratas, de Nick Clegg, en un distante tercer lugar.
En una declaración frente a la residencia oficial del Primer Ministro, en 10 Downing Street, Brown indicó que ahora los liberal- demócratas deseaban hablar con los laboristas en paralelo a sus actuales negociaciones con los conservadores. “No deseo seguir en mi puesto más tiempo de lo que sea necesario”, aseguró.
Su anuncio podría facilitar a los laboristas su meta de alejar a los liberales demócratas de los conservadores, dado que Clegg señaló con firmeza durante la campaña electoral que no deseaba que el impopular Brown, de 59 años, permaneciera en el poder.
El líder liberal demócrata consideró que la próxima renuncia del Primer Ministro británico, como líder del laborismo, era un “elemento importante” para un eventual pacto de gobierno entre ambos partidos, declaró Clegg.
Brown no dio un calendario preciso para su partida, pero indicó que esperaba que el nuevo líder del Laborismo ocupe su lugar para la conferencia anual del partido a fines de septiembre.
Como resultado del anuncio, la libra esterlina cayó y los bonos del Gobierno se desplomaron. Los mercados esperaban un rápido acuerdo entre los conservadores y los liberales demócratas y no están satisfechos con el prospecto de nuevos retrasos debido a las negociaciones paralelas con los laboristas y los liberales.
El negociador conservador George Osborne anunció que había hecho una “oferta final” a Clegg. “De buena fe, hemos hecho una oferta a los liberales demócratas sobre un gobierno fuerte y estable con una considerable mayoría parlamentaria, en coalición, y un referéndum sobre un sistema de votación alternativa”, señaló Osborne.
De acuerdo con una antigua convención constitucional, la Reina de Inglaterra es la única persona que puede invitar a un político a convertirse en Primer Ministro y así formar un gobierno en Gran Bretaña. Pero ello no significa que la monarca puede elegir por sí sola quién ocupará ese cargo.
Luego de una elección general, la Reina está obligada a invitar a la persona que cuenta con el mayor apoyo en la Cámara de los Comunes para convertirse en Primer Ministro y formar gobierno.
Pero si el resultado de los comicios no da un claro favorito, es responsabilidad de los partidos determinar qué persona es la que cuenta con más apoyo y comunicar esa información al Palacio de Buckingham. Solo entonces, la Reina recibirá al saliente Primer Ministro para aceptar su renuncia y, poco después, invitará al entrante Mandatario a ocupar el lugar al frente del gobierno.
Isabel II sostuvo a través de sus consejeros que está determinada a mantenerse alejada de las negociaciones políticas.