Una sandalia negra cubierta por un fango amarillento se descubre en lo que hasta las 14:30 del pasado 5 de diciembre fue el acceso de la casa en la que vivía y falleció Alexis Pica.
Pese a que no recuerda con certeza la edad de su tío, quien no trabajaba porque padecía un ramillete de enfermedades, Diana Monsalve tiene grabado en la memoria el estruendo que anunció la llegada de la tragedia. Una avalancha trituró el sector de la Calle Vieja, en el barrio de La Gabriela del municipio de Bello, a unos 7 km al noroeste de Medellín (Antioquia). E hizo de este una suerte de sitio fantasma, con viviendas abandonadas, solo ‘poblado’ por huellas del siniestro y objetos desperdigados.
Lo que aconteció en este sector marginal, levantado en las laderas de un costado de la arteria vial que conecta Medellín con Bogotá, es la mayor catástrofe ocasionada por el peor invierno que soporta Colombia en cuatro décadas. 8 000 metros cúbicos de tierra, rocas y escombros sepultaron 35 viviendas, entre ellas la de Pica. Los cuerpos de rescate encontraron 86 cadáveres, aunque en un principio se temió que las víctimas fueran más.
Pero Luis Eduardo Garzón, vecino y dueño de un negocio en la Calle Vieja, sostiene que aún existen al menos tres desaparecidos. El comerciante perdió en el alud a sus suegros, Hernán Jairo Echeverri, de 64 años, y Amparo Gutiérrez, de 63. Vivían en una casa de tres pisos de la que solo quedan escombros. A causa de la emergencia y de la evacuación que ordenaron el Gobierno y el alcalde local, Óscar Pérez, no podrá reabrir su local comercial, que está en una casa esquinera de dos plantas, que a simple vista parece que no fue afectada. Él llega a diario a verificar que la mercancía no ha sido sustraída, mientras decide qué hará.
Garzón y Anderson Echeverri, uno de los hijos de la pareja fallecida y cuñado suyo, se salvaron porque daban una vuelta en moto. “Fue duro hallar todo destruido. Buscamos a mis suegros, con la ayuda de vecinos”.
Esto era un botadero de basura y se permitió la construcción de viviendas de varios pisos”, explica el hombre acerca de la tragedia, que pone el dedo en la llaga de uno de los 200 casos de la construcción de barriadas y ciudades en sitios de alto riesgo, donde residen unas 400 000 familias, y que el actual invierno ha desnudado. Un caso similar ocurre en Gramolote, en el departamento de Norte de Santader (norte), donde una falla geológica, poco a poco, borra del mapa a la localidad de 3 600 habitantes, que fueron obligados a evacuar a un lugar más seguro.
Los primeros goterones de lo que será poco después un aguacero caen sobre el sitio en el cual vivieron unas 130 familias, Diana Monsalve localiza, cubierto por el lodo, un par de mocacines cafés. Parecen ser una de las huellas de la tragedia que golpeó la puerta, que quedó entreabierta, del edificio de cinco pisos de la familia Ríos, en el número 38-50 de la Carrera 44. “Aquí ya no se puede vivir”, comenta la joven, quien se aleja presurosa. El aguacero cobra fuerza y vuelve resbaladiza la superficie de la Calle Vieja, una vía sin asfalto, como casi todas en La Gabriela, el escenario de la peor catástrofe de este año en Colombia.