Dinero, jet-set, sospechas de conflicto de intereses y favores ilegales. El escándalo que rodea a la heredera de L’Oreal, tercera fortuna de Francia, en el que apareció involucrado el ministro de Trabajo, Eric Woerth, está sembrando el caos en el gobierno de Nicolás Sarkozy, en su peor momento de popularidad.
Desde hace 15 días, el austero ministro de Trabajo y talentoso tesorero de la gobernante Unión para un Movimiento Popular (UMP, derecha), Eric Woerth, está en el centro de la tormenta.Es acusado por la oposición de “conflicto de intereses” en el marco del escándalo sobre la gestión de la fortuna de Liliane Béthencourt, la mujer más rica de Francia.
Escuchas clandestinas reveladas a mediados de junio por la prensa dan a entender que Woerth, ministro de presupuesto entre mayo de 2007 y mayo de 2010, estaba al corriente de una posible evasión fiscal de la heredera del emporio de cosméticos L’Oreal, en la medida en que su esposa Florece gestionaba parte de la fortuna de Béthencourt desde 2007.
Frente al escándalo, Sarkozy hizo saber que para octubre hará cambios en su Gabinete. Mientras tanto, la Asamblea Nacional (cámara de Diputados) aceptaba la creación de una comisión investigadora sobre el caso Béthencourt/Woerth como exigió la oposición socialista.
Este culebrón político-fiscal cae en el peor momento para un presidente que ya venía en descenso en la tasa de popularidad y que según una encuesta reciente solo obtiene el 26% de respaldo popular, su peor índice desde que llegó al palacio del Elíseo en 2007. Nicolás Sarkozy, que prometió una presidencia ejemplar, está siendo atacado porque impuso el rigor económico a los hogares franceses pero sus ministros dan muestras de un tren de vida costoso.
El caso Béthencourt-Woerth es la cereza de una serie de revelaciones sobre los gastos de fondos públicos de altos responsables del Gobierno: 12 000 euros en cigarros cubanos; vivienda de función ocupada por los miembros de la familia, gastos de hotel exorbitantes, doble salario y permiso de construcción ilegal…
Esta seguidilla dio lugar a la ex candidata socialista a la presidencia, Ségolène Royal a afirmar que “el sistema Sarkozy está corrupto”. El Partido Socialista no exigió la renuncia de Woerth pero adoptó la estrategia del “suplicio chino”, es decir, exigir explicaciones todos los días.