Las señales de que el gobierno de Lucio Gutiérrez empezaba a tambalear empezaron a ser evaluadas detenidamente por la Embajada de EE.UU. en Quito.
El 14 de septiembre del 2004, la embajadora Kristie Kenney envió el cable 20618 a Washington, referido a la estabilidad política de Ecuador y el apoyo estadounidense.
Con el presidente Gutiérrez extremadamente débil y solo, su Gabinete dividido y el Congreso desesperadamente fragmentado, los rumores de su salida constitucional o inconstitucional de la Presidencia son persistentes, dice el telegrama. “En este contexto, hemos revisado en qué medida la inestabilidad política podría afectar nuestros intereses y qué podemos hacer para apoyar la estabilidad política en Ecuador”.
Más allá de su vulnerabilidad política, dice el telegrama, “Gutiérrez es un aliado de Estados Unidos en muchos temas claves (el control de la frontera norte, la lucha contra el narcotráfico, y el apoyo al Tratado de Libre Comercio)”.
No obstante, su creciente debilidad lo hace poco efectivo para implementar su agenda compartida (con EE.UU.).
Sin embargo, para la Embajadora cualquier escenario donde se avizorara la salida de Gutiérrez era desfavorable para sus intereses, sea quien fuere su sucesor. “El Vicepresidente (Alfredo Palacio) no tiene apoyo entre los partidos y en el Congreso no hay un candidato de consenso para reemplazarlo”, señala el cable.
La corrupción que rodea al círculo cercano de Gutiérrez -añade- afecta la percepción del público sobre su gobierno y su compromiso con la democracia. También perjudica la percepción sobre el rol de EE.UU. “Mientras nosotros públicamente distinguimos claramente entre el apoyo a la democracia y a Lucio Gutiérrez, el hombre, la población no hace tal distinción”.
En otro apartado del cable, se indica que los siguientes meses Gutiérrez enfrentará etapas más complicadas.