Venezuela está atrapada. El crimen y sus cifras grotescas subsumen a la población. La demagogia de su dirigencia es otra calamidad que cunde.
El brutal asesinato de la modelo, actriz y ex reina de belleza Mónica Spear y su esposo, la soledad e incertidumbre de su hija, van más allá de la crónica roja y las lacrimógenas noticias de la farándula.
Surge una contradicción evidente. Mientras la ONG, Observatorio Venezolano de la Violencia, OVV, dice que la tasa de homicidios fue de 79 por cada 100 000 habitantes, el Gobierno sostiene que hay 39 homicidios pro cada 100 000 habitantes.
Tras el crimen reciente, que se divulgó a nivel mundial por la fama de la víctima, un gesto importante se expresó en una reunión del Presidente y los gobernadores. Allí, el que Nicolás Maduro y el líder opositor, Henrique Capriles de estrechar sus manos era un mensaje de unidad frente a la violencia de alta nota.
Pero el chasco llegó en las inmaduras declaraciones del presidente Maduro, que ahora alude a una campaña racista internacional para generar odio la divulgación de la noticia. Como si los 25 000 muertos del año 2013 fuesen solo cuestión de pajaritos.