Costa Rica va a elecciones generales hoy domingo 2 de febrero bajo una polarización sin precedentes entre la derecha y la izquierda, pero con una cuota elevada de indecisos que podría llevar a una segunda vuelta.
El exalcalde capitalino Johnny Araya, del gobernante Partido Liberación Nacional (derecha), y el diputado José María Villalta, del Frente Amplio (izquierda), libran una cerrada disputa en la que uno u otro aparecen arriba o en empate virtual, según las encuestas.
Muy cerca están el historiador Luis Guillermo Solís, del Partido Acción Ciudadana (PAC, centro) y el empresario Otto Guevara, del Movimiento Libertario (derecha).
Un caudal de indecisos, que en vísperas de la votación ronda el 30%, y lo dividido de las preferencias hacen muy probable una segunda vuelta, el 6 de abril, si ninguno logra al menos el 40% de los votos, entre dos de esos cuatro candidatos, según los sondeos.
U nos tres millones de costarricenses están llamados a elegir al relevo de la presidenta Laura Chinchilla y a renovar el Congreso -57 diputados-, para gobernar por cuatro años este pequeño país centroamericano de 4,3 millones de habitantes y que es reconocido por su arraigo democrático.
El presidente electo, que asumirá el 8 de mayo, debe encarar una economía asfixiada por un déficit fiscal del 5,4% del Producto Interno Bruto (PIB), un seguro social -pilar del sistema democrático costarricense- en crisis y el colapso de obras de infraestructura, como las carreteras. Además está el embate del narcotráfico, una creciente desigualdad, corrupción y un aumento de la pobreza y el desempleo.
En El Salvador
El Salvador también decide por la continuidad de la izquierda, tras cinco años de gobierno de la exguerrilla, o el retorno a la derecha en unos comicios presidenciales con segunda vuelta en el horizonte.
El Frente Farabundo Martí Para la Liberación Nacional (FMLN), que llegó al poder en el 2009 de la mano de Mauricio Funes, va ahora a los comicios con el excomandante guerrillero y actual vicepresidente Salvador Sánchez Cerén, de 69 años, prometiendo programas sociales.
Su rival, Norman Quijano, alcalde capitalino de 67 años, apuesta a su oferta de “mano dura” contra las pandillas, principal reclamo de la población, para devolver a la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) el poder que ostentó durante dos décadas.
Pero por primera vez en la historia política de El Salvador, la derecha “dura” llega fragmentada a la contienda electoral, pues Arena, tras culparlo de la derrota electoral, expulsó al expresidente Antonio Saca (2004-2009), quien hizo casa aparte y está en tercer lugar.
La última encuesta de la Universidad Centroamericana, del 15 de enero, en una simulación de voto, da un 46,8% de apoyo a Sánchez Cerén, un 32,8% a Quijano y un 14,7% a Saca. En tanto que otra de la Universidad Tecnológica les otorga 38,3%, 29% y 11,6%, respectivamente.
El próximo presidente, que deberá asumir el 1 de junio, enfrentará una deprimida economía, que en el último año apenas creció un 1,9%, en un país donde la pobreza golpea al 40,7% de los 6,2 millones de salvadoreños y que sufre la violencia de las pandillas.
Según datos oficiales, en las cárceles de El Salvador están recluidos 10 000 pandilleros, mientras que en las calles habría otros 50 000.