La lucha de Moscú por el control del Cáucaso se remonta al siglo XVIII, cuando el Ejército del zar Pedro el Grande llegó a la zona para mantener alejado al Imperio Otomano.
Según un análisis del diario El País, de España, existen factores económicos y geoestratégicos que convierten a este territorio en un polvorín. Tanto Rusia como Estados Unidos consideran el Cáucaso esencial para sus intereses al ser una de las puertas que comunican Asia con Europa y ser una zona rica en hidrocarburos y yacimientos de uranio.
El norte del Cáucaso es el más conflictivo por la búsqueda de independencia de las provincias. Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, las ansias independentistas de Chechenia volvieron a despertar y en 1994 los rebeldes chechenos entraron en guerra con Moscú, relata El País.
Los insurgentes consiguieron detener la ofensiva rusa. El Gobierno de Boris Yeltsin retiró las tropas tras dos años de conflicto armado y tuvo que declarar el alto el fuego unilateral en 1996. La República de Chechenia se mantuvo independiente hasta 1999.
En ese año, guerrilleros chechenos atacaron enclaves de Daguestán y el Ejecutivo ruso decidió atacar a sangre y fuego la república chechena. En el 2000, el primer ministro Vladimir Putin restableció el gobierno directo del Kremlin en Chechenia.
El año pasado, Rusia dio por terminada la guerra en Chechenia y su actual presidente, Ramzán Kadírov, es un fiel aliado de Moscú.