Jaime Plaza,
Enviado a Cancún
Los noticieros de la televisión mexicana, los periódicos y la Internet no paran de reportar los estragos por la ola de frío que azota el norte del planeta. Los científicos que llegaron a la Cumbre Climática de Cancún insisten en que este fenómeno extremo es otra versión más del cambio climático.
Pero, los negociadores y delegados de los 194 países, responsables de encontrar alguna salvación urgente, parecen estar plantados en un invernadero. Eso, no solo porque la mayor parte del tiempo pasan reunidos de salón en salón, sin siquiera sentir los 29 grados de temperatura promedio, sino también porque están atrincherados en el exclusivo complejo hotelero Moon Palace, a 11 y 21 km del resto de participantes de la Cumbre.
Así tal pareciera que tampoco les interesa lo que ocurre en Europa y otras regiones de la Tierra. Ni siquiera se inmutan ante los vientos fuertes que en estos días soplan en Cancún tampoco ante las fuertes precipitaciones que inundan varios estados sureños de México, menos aún las temperaturas bajo cero que se reportan en el norte mexicano.
El día de la inauguración, el presidente mexicano Felipe Calderón y Rajendra Pachauri, líder del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, en inglés), por poco les imploraron priorizar el futuro de la humanidad y del planeta antes que los intereses de gobiernos e, incluso, y empresas.
Pachauri insistió que el calentamiento global, que a la vez conlleva a cambios drásticos del clima, es inequívoco. Una y otra vez dijo que en los últimos 50 años, el nivel de los mares subió entre 0,4 y 1,4 metros por el aumento de la temperatura de las aguas y por los deshielos.
La advertencia más preocupante la hizo al decir que a los seres humanos apenas les queda cinco años para llegar al tope de la generación mundial de gases de efecto invernadero: dióxido de carbono (CO2) y otros elementos. A partir de entonces se deberá emprender un proceso de reducción drástico (dejar de usar combustible fósiles, eliminar la producción industrial tradicional, frenar la destrucción de bosques…) “Caso contrario ya será irreversible”.
La capacidad de los ecosistemas de absorber el CO2 se saturará y luego estos se debilitarán. Incluso, cerca del 30% de especies plantas y animales del planeta corre el mayor riesgo de extinción si la temperatura sube 1,5 a 2 grados. Los cambios serán abruptos e irreversibles.
La mayoría, en sus discursos en las sesiones y debates, hablan de los impactos en sus países. Pero, a la hora de alcanzar acuerdos mantienen una intransigente defensa de los intereses de cada gobierno. Al menos eso ocurrió en los cuatro primeros días de la Cumbre de Cancún.
El delegado principal de un país latinoamericano (prefirió reservarse su identidad) se lamentó que las negociaciones estén en un punto muerto. Hay siete diferencias importantes, una de ellas es la fijación de plazos y cuotas para reducir la generación de gases contaminantes.
Bolivia y el resto del ALBA plantean que sea el 50% con relación a los niveles de 1990. Japón es blanco de las críticas porque de entrada se negó a firmar la ampliación del Protocolo de Kioto. Este acuerdo fijó niveles de reducción hasta el 2015 que ni siquieran se han cumplido.
Así nadie encuentra la fórmula que dé origen a un documento que incluya cada planteamiento. Para completar el panorama, el presidente de Brasil, Lula da SIlva, envió malos augurios a Cancún al sentenciar que no saldrá nada positivo.
En medio de esa incertidumbre, Estados Unidos ganó terreno para insistir en el acuerdo de Copenhague (2009), que liquida al Protocolo de Kioto (incluso Estados Unidos es el único país que no lo firmó).
El llamado hecho por Rajendra Pachauri invitó a que se hagan cambios radicales en la forma de vida y de comportamiento. Ejemplos: reducir el consumo de energía eléctrica generada con combustible fósil. Eso es complicado cuando en África, por ejemplo, aún se invierten 40 000 millones de euros por año en kerosene para alumbrado.
Un consorcio de industrias privadas y ONG propuso en Cancún un plan de reemplazar 3 000 millones de focos incandescentes en diversos países. Pero esas iniciativas resultan casi insignificantes si es que no se logran consensos en la Cumbre Climática. La decisión prioritaria, según los expertos del IPCC, es frenar las emisiones de CO2. Para conseguirlo, recomendaron el incentivo de nuevas tecnologías que reemplace al consumo de hidrocarburos y de motivar a la conservación de los ecosistemas, a través de un sistema de compensaciones.
EE.UU. y más países que apoyan el acuerdo de Copenhague se comprometieron desembolsar 28 000 millones de dólares para este tipo de acciones. Sin embargo, también hay cuestionamientos, sobre todo de naciones en vías de desarrollo, por considerar que no hay equilibrio en el reparto al priorizar a los países más pobres. Ecuador, por ejemplo, quedaría fuera de este mecanismo por ser categorizado como en desarrollo.La única esperanza que mantienen negociadores de los países más afectados por el cambio climático es que, al igual que en Copenhague, acude los mandatarios y sean quienes logren algún acuerdo.