Michelle Bachelet asumió ayer por segunda vez la Presidencia de Chile, enarbolando un programa de reformas políticas, sociales y educacionales.
“Sí, prometo”, dijo la Mandataria al ser investida con aplausos como Presidenta, en el Congreso, en reemplazo de Sebastián Piñera, quien ya anunció su deseo de volver al Gobierno en el 2018.
La primera actividad internacional de Bachelet será acoger la cumbre de Unasur hoy en Santiago, para analizar la crisis de Venezuela. La también flamante presidenta del Senado, la socialista Isabel Allende, le entregó la banda presidencial a su compañera de partido, con quien se fundió en un sentido y emocionado abrazo.
La imagen de ambas estuvo cargada de simbolismos: es la primera vez que una mujer preside el Senado chileno y, también, la primera ocasión en que la ceremonia es protagonizada por dos mujeres.
Las altas expectativas para este segundo período de la exdirectora de ONU Mujeres giran alrededor de varios ejes, pero se vislumbran algunas circunstancias que podrían complicar el cumplimiento de sus promesas de campaña o, por lo menos, modificar algunas de ellas.
Durante la campaña, Michelle Bachelet llamó a votar no solo por ella sino también por un Congreso que le permitiera llevar adelante su programa. Explicó que las promesas de su primer mandato que quedaron incumplidas se debieron precisamente a que no tenía los votos suficientes en ambas cámaras. La líder socialista propuso también una nueva Constitución, que acabe con la impuesta en 1980 por la dictadura, contenedora aún -según ella- de importantes “cerrojos” antidemocráticos.
Los principales son un sistema electoral que equipara de manera forzada la representación de las minorías y las leyes orgánicas constitucionales que necesitan quórums elevadísimos para ser cambiadas.
Las reformas políticas incluyen además un cambio en el régimen y en la duración del período presidencial, que actualmente se extiende por cuatro años sin posibilidad de reelección inmediata, y restituir el voto de los chilenos que viven fuera del país.
Dentro de los proyectos en los que Bachelet no debiera tener problemas para concretarlos, están la ley de matrimonio igualitario, la ley que despenalizaría el aborto y la derogación de la ley antiterrorista. En el Congreso cuenta con las mayorías necesarias para aprobar la reforma tributaria, pero necesitará forjar alianzas con la oposición e independientes para aprobar la reforma educativa y de la Constitución.
Analistas creen que podría obtener con facilidad los votos para materializar sus cambios en educación, pero ven más complejo que alcance consensos en materia constitucional, ya que se requieren quórums exigentes. A nivel interno, deberá enfrentar las divergencias que ya se observan en la amplia coalición política que la apoya, que incluye a democristianos, socialistas y comunistas.
Como candidata, Bachelet prometió instaurar la gratuidad a nivel universitario en los próximos seis años, y acabar con el lucro en colegios privados que reciben subvención del Estado, donde estudia la mayoría de los escolares chilenos, y que se han convertido en una ingente fuente de recursos para sus dueños.
La gratuidad universal y el fin al lucro son dos de los mayores reclamos que estudiantes chilenos han exigido en las multitudinarias protestas callejeras que se iniciaron en el 2011.
Por ahora, los estudiantes miran con desconfianza las promesas de la Presidenta y han anunciado que seguirán sus protestas.
Para financiar la reforma educativa, Bachelet planteó una ambiciosa reforma tributaria que busca recaudar unos USD 8 200 millones, equivalentes a 3% del PIB.
Ya el Banco Central chileno proyectó, a inicios de diciembre, un crecimiento de entre 3,75 y 4,75% para el 2014, muy por debajo del 5,4% que lleva como promedio el gobierno de Sebastián Piñera, que también supera la media regional.
Como país dependiente de la exportación de cobre, su principal recurso natural, Chile tampoco ve con buenos ojos la desaceleración de China (7,7% para el 2014, según el Banco Mundial) y la incipiente recuperación de la Unión Europea, lo que se traduce en una tendencia a la baja, acompañada de un modesto precio de la libra de este mineral, apenas por encima de los USD 3.
El escenario que deja el mandatario saliente Sebastián Piñera, quien al entregar ayer el cargo dejó la puerta abierta para una nueva postulación presidencial en el 2018, es de un crecimiento económico promedio de 5,3 %, una tasa de desempleo en torno al 6,0% y obras de reconstrucción tras el terremoto y tsunami que azotó el país pocos días antes de llegar al Palacio de La Moneda en febrero del 2010.
En contexto
En materia de relaciones exteriores, Bachelet tendrá que afrontar la demanda interpuesta por Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en la que exige negociar el otorgamiento de una salida soberana al mar.
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