Dos buses de pasajeros y un camión de una empresa de lácteos fueron atravesados a lo ancho de la carretera e incendiados para bloquear el paso. Michoacán, un estado productor de limones y aguacates en el oeste de México, arroja imágenes como de guerra.
Otra vez el fin de semana la tensión escaló en tierra del cartel de Los Caballeros Templarios, donde se enfrentaron grupos de “autodefensa” con organizaciones criminales.
El saldo fue de cuatro muertos, mientras que dos militares murieron el domingo en un ataque a un convoy del Ejército cerca de Apatzingán.
Desde hace al menos 7 años, Michoacán es un foco rojo en materia de inseguridad en México, pero en los últimos 11 meses el escenario se ha complicado con la aparición de organizaciones ciudadanas armadas para defenderse por sí mismas. “No nos queda otro camino. Esta gente nos ha hecho mucho daño a todos”, dijo ayer a MVS Radio Hipólito Mora, uno de los líderes principales de las “autodefensas”, al justificar su decisión de seguir ocupando espacios en Michoacán. “O son ellos o somos nosotros”.
Las autodefensas son grupos de civiles que se han levantado en armas en pueblos de Michoacán alegando la inacción de las autoridades ante los secuestros, extorsiones y asesinatos de Los Caballeros Templarios. En la actualidad aseguran que una veintena de los 113 municipios de Michoacán se encuentran bajo el resguardo de algún grupo de autodefensa.
El sábado tomaron Parácuaro, un municipio de unos 25 000 habitantes rodeado de montañas y manantiales, pese a que el fiscal general de México, Jesús Murillo Karam, aseguró en noviembre que el gobierno no toleraría la expansión de estas fuerzas civiles.
Pese a estas advertencias, las autodefensas “van a continuar” su avance, y la mira está puesta en Apatzingán, el centro económico de la subregión michoacana de Tierra Caliente y bastión de los Templarios, aseguró Hipólito Mora.
Las autodefensas ya intentaron apoderarse de Apatzingán (123 000 habitantes) en octubre del año pasado, pero el Ejército les obligó a entrar al pueblo desarmados y después tuvieron que huir del lugar al ser recibidos a balazos.
En número de asesinatos Michoacán está por detrás de regiones como Chihuahua o Sinaloa. Sin embargo, está destacando en el fenómeno de la diversificación de actividades criminales, que hasta ahora se había visto más en Los Zetas y que ha convertido a los grupos criminales mexicanos en algo más que en simples carteles de las drogas.
Las actividades del cartel de Los Caballeros Templarios, dominante en Michoacán aunque no el único, incluyen delitos “tradicionales” como la producción de drogas sintéticas y tráfico de estupefacientes y otros como la extracción ilegal de minerales para exportar a China, la compraventa de ganado y el control de transportistas. Se financian también a través de las extorsiones a pobladores y empresarios, secuestros, entre denuncias de que gozan de la protección de funcionarios y policías locales.
Es difícil saber a cuánto ascienden las ganancias de los carteles en Michoacán y quién financia a los grupos de “autodefensa”, que desde febrero de 2013 han ocupado una decena de municipios y que parecen contar con cierta tolerancia de las autoridades, pese a estar también al margen de la ley.
Michoacán se encuentra en un “estado de tensión muy grave”, recalca Raúl Benítez Manaut, investigador en seguridad de la pública Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“El gobierno de Michoacán critica las autodefensas, pero no hace nada para que su policía sea efectiva (…) no está protegiendo a la población”, dice.