Asia celebró ayer su entrada en el Año del Caballo con los tradicionales fuegos artificiales, aunque el año se presenta convulso en la región, según las predicciones de los maestros del feng shui.
Tanto en el campo como en las grandes ciudades del continente asiático, los chinos pasaron la jornada en familia o en los templos. Esta fiesta se celebra en el este y sudeste asiático, pero sobre todo en las zonas receptoras de la diáspora china.
Muchos chinos, entre ellos 245 millones de trabajadores migrantes, invadieron estaciones y aeropuertos con motivo de esta celebración, en algunos casos para recorrer miles de kilómetros en trenes o autocares abarrotados para apenas unos pocos días de vacaciones.
El presidente chino, Xi Jinping, pronunció su mensaje de Año Nuevo desde la región de Mongolia interior. “Les trasmito, así como sus familias, mis deseos de buena salud y de felicidad”, dijo Xi.
Las cadenas de televisión celebraron el cambio de año con galas. Una de las principales estrellas de esta edición, vista por más de 750 millones de telespectadores chinos, fue Jackie Chan, la inoxidable estrella de las películas de artes marciales.
El cielo de Pekín se inundó a partir de la medianoche de fuegos artificiales, y los habitantes de la capital salieron a las calles para lanzar petardos, con los que se supone que se caza a los espíritus malignos.
En China, el caballo representa tradicionalmente la lealtad y la energía, y es el animal más popular del calendario lunar, por detrás del dragón.
Conflictos armados y catástrofes naturales
Pero este año está asociado a la madera, una combinación explosiva según los maestros del feng shui, el arte adivinatorio chino, algunos de los cuales predijeron nuevos problemas para el cantante canadiense Justin Bieber, además de conflictos, catástrofes naturales y meses difíciles para las economías asiáticas.
“Este año es el del caballo de madera, y la madera es muy combustible. Habrá numerosos escándalos, explosiones y disputas violentas”, asegura Alion Yeo, uno de los maestros de feng shui más conocidos de Hong Kong.
La predicción del futuro en Asia se basa en creencias milenarias, pues el calendario chino es el más antiguo del mundo y data desde hace más de 4 000 años. Los acontecimientos son dictados por los cinco elementos que constituyen el universo: el metal, la madera, el agua, el fuego y la tierra.
El calendario lunar se desarrolla en un ciclo de 12 años y atribuye a cada uno un animal, con el caballo en séptima posición. El año nuevo chino siempre cae entre enero y febrero.
También, denominada “fiesta de la primavera“, se trata de la principal fiesta familiar de los chinos. Esta celebración es tradicionalmente una época de reuniones familiares y con ellas una avalancha de preguntas indiscretas sobre planes de vida, como noviazgo, boda o descendencia, que con tal de esquivarlas, algunos jóvenes llegan a extremos insólitos.
Los conflictos podrán limitarse a ser diplomáticos, pero podrían degenerar en verdaderas guerras, sobre todo durante el primero, el cuarto y el séptimo mes lunar (febrero, mayo y agosto), advierte Alion Yeo.
De acuerdo con Yeo, el lugar más probable para que se produzca un conflicto armado en Asia es en las islas Diaoyu (según el nombre que les da China). Estas islas, que los japoneses llaman Senkaku, están controladas por Tokio, pero también las reivindica Pekín, lo que no deja de alimentar la tensión entre las dos potencias asiáticas desde hace 18 meses.
El caballo es un animal orgulloso, rápido y fuerte, pero también impulsivo y testarudo. Estas son las cualidades que nos acompañarán en los próximos 12 meses, afirman convencidos los adivinos chinos. Si bien creen que se dará una explosiva mezcla con más tensiones y conflictos, al mismo tiempo consideran que habrá una nueva oportunidad de resurgimiento y avance.
El anterior año del caballo de madera fue 1954, un año marcado por los ensayos nucleares estadounidenses y soviéticos. Los años del caballo sucedieron hechos que han marcado la historia, como la Gran Depresión en 1930 o el inicio de la Revolución Cultural en China, 1966.