Los fumadores creyeron encontrar una opción para dejar el vicio. O al menos así lo pensaron con el cigarrillo electrónico, si es que lo buscaron alguna vez.
De venta por Internet, el paquete completo (cargador, batería, atomizado y cartucho y cinco cigarrillos) cuesta USD 59 en el mercado argentino. Y hasta podía ser usado en los cafés y restaurantes, en donde está prohibido el cigarrillo tradicional.
Según la compañía que lo ofrece en su página (www.fumarelectrónico.com.ar) el cigarrillo era la mejor forma de disimular, atenuar los efectos negativos y la mejor manera de dejar el vicio de manera definitiva.
“Se ve, se siente y sabe a un cigarrillo y brinda todos los placeres de fumar, evitando todos los inconvenientes. El secreto que hace que sea mejor que un cigarrillo tradicional es lo que hay en el interior de este producto”, dicen los responsables.
“Una pequeña batería recargable y un único y seguro cartucho reemplazable que contiene agua, nicotina y un sabor que simula el aroma a tabaco. Ninguno de estos ingredientes son considerados agentes causantes del cáncer”, añaden.
Sin embargo, para la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) sostiene: “No han presentado hasta el momento evidencias científicas de su eficacia y seguridad.
Tampoco se ha provisto información suficiente que permita conocer la composición química exacta del contenido de los cartuchos de dichos productos, tanto de los que anuncian contener nicotina como la de los que dicen no contenerla”, agrega.
El cigarrillo electrónico llegó al país hace un año y fue la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) la que cuestionó su utilidad como método para dejar la adicción al tabaco.
Por esas razones, la Anmat decidió prohibir su importación, aunque todavía no anunció cómo lo hará frente a las ventas que se hacen por internet.
Del corresponsal