La Fuerza Pública de Colombia puso fin a la historia y a la saga de crímenes de uno de los paramilitares y narcotraficantes más violentos en la historia reciente del país.
En plena Nochebuena, un comando de policías especializados en operaciones en la selva abatió a Pedro Oliveiro Guerrero, alias ‘Cuchillo’. Este era el cabecilla del autodenominado Ejército Revolucionario Popular Anticomunista de Colombia (Erpac), una organización delincuencial con unos 1 000 efectivos que en especial se dedicaba al tráfico de estupefacientes.
fakeFCKRemoveEl apelativo se había ganado porque, según las autoridades, con esa arma degollaba a campesinos que eran acusados de colaborar con la guerrilla de las FARC, enemiga a muerte de los paramilitares. La eliminación física de ‘Cuchillo’ en una operación realizada en la localidad de Puerto Alvira, entre los departamentos de Guaviare y Meta (sureste), es otro de los trofeos en la guerra contra los grupos armados fuera de la ley que exhibe el gobierno del presidente Juan Manuel Santos.
El Mandatario saludó la muerte del ex miembro de los escuadrones de las ultraderechistas paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). “Cayó el asesino de los asesinos. Estábamos detrás de él hace muchos años”, resumió al confirmar el deceso de Guerrero, quien era responsabilizado por al menos 3 000 asesinatos, así como por la desaparición forzada de centenares de campesinos a quienes se les despojaron de sus tierras. Afrontaba cargos por narcotráfico, concierto para delinquir y homicidio agravado.
En la sede de la Policía en esta capital, Santos envió un claro mensaje a los clanes delincuenciales. “Es el golpe más fuerte que se ha dado a las bandas narcoparamilitares. Es una advertencia que se da a los jefes criminales porque aquí todos van a caer”.
El director de la Policía, el general Óscar Naranjo, exhibió el cuchillo que usaba el capo del Erpac, así como una pistola enchapada de oro y con incrustaciones de diamantes que los carteles mexicanos del narcotráfico habían regalado a otro líder paramilitar.
Por la larga lista de asesinatos y delitos, el gobierno del ex mandatario Álvaro Uribe fijó una recompensa de 5 000 millones de pesos (USD 2,6 millones) por la información que permitiese la captura o la eliminación, como en efecto ocurrió, del paramilitar desmovilizado que se volvió líder de una organización criminal y heredero del sanguinario Carlos Castaño, desaparecido dirigente de las AUC. La matanza en el municipio de Mapiripán, en el departamento del Meta, entre el 15 y el 20 de julio de 1997, es una de las atrocidades que se le achacan a ‘Cuchillo’, entonces integrante de las AUC.
En ese episodio cruento fue asesinado un número hasta ahora indeterminado de personas por parte de grupos de ‘paras’.
Estados Unidos responsabilizó a ‘Cuchillo’ y su banda de una parte de los cargamentos de cocaína que se enviaban a ese país desde Colombia. La fase final de la cacería del jefe del Erpac había empezado el 7 de diciembre. En la operación fueron detenidos alias ‘El Loco Harold’, el responsable de las finanzas del clan criminal, y otras seis personas.