‘Fracasa el euro, fracasa Europa”, con estas palabras, la canciller de Alemania, Ángela Merkel, justificaba su plan de rescate de la moneda única (euro) y mandaba un mensaje claro a la población, cada vez menos europeísta.
La presente crisis económica dentro de la Unión Europea (UE) ha causado un sentimiento de rechazo entre los alemanes: más de la mitad se expresó en favor de la reintroducción del marco, su vieja moneda.
Según un reciente sondeo de la encuestadora Emnid, el 59% de los alemanes cree que su país debería abandonar el euro, ya que temen que el rescate de los Piigs (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) dispare la inflación a medio o largo plazo (el 52% de los encuestados). Uno de cada tres cree que el euro no existirá dentro de 10 años.
En estos días, los expertos tratan de contar, con palabras sencillas, por qué la reintroducción de la vieja moneda sería fatal para el segundo exportador mundial. El marco, de introducirse mañana, sería enseguida muy fuerte porque la economía del país es sana y los inversores se lanzarían a invertir en ella.
La prensa alemana del sector financiero calcula que los precios de los bienes producidos en el motor de Europa llegarían a ser de hasta un 30% más caros. Los países europeos ya no podrían permitirse comprar en Alemania. El 63% de las exportaciones alemanas se destina a los otros 26 países de la UE.
El 43% de los negocios de Alemania en el exterior se hace entre países del euro.