Un Rafael Correa agitado, excesivamente enfocado en atacar a Álvaro Uribe y con escasa predisposición a encontrar soluciones. Un Alan García muy cauto, escéptico hasta cierto punto frente a Correa y enfocado a encontrar una salida sin condenar a Colombia luego del ataque a Angostura.
Este es el cuadro que describe un cable del Departamento de Estado filtrado por Wikileaks y que se refiere a la reunión que tuvieron el presidente del Ecuador, Rafael Correa, y del Perú, Alan García, tres días luego del ataque colombiano al campamento guerrillero de Raúl Reyes en territorio ecuatoriano.
El cable hace referencia a la primera parada del viaje internacional que el presidente Correa emprendió para transmitir la posición ecuatoriana frente a lo que se consideraba una violación a la soberanía ecuatoriana.
El encuentro ocurrió el 4 de marzo, tres días más tarde el bombardeo colombiano que se tradujo en la ruptura de relaciones entre Ecuador y Colombia y en una larga crisis diplomática.
El cable 144460 elaborado en la Embajada de los EE.UU. en Lima sostiene que García y otros funcionarios fueron muy cautos con Rafael Correa y, hasta cierto punto, poco receptivos a su posición. Para los peruanos, dice, la herencia traumática del terrorismo les hace pensar que, si bien la soberanía es importante, también lo es el combate internacional al terrorismo.
“Correa estuvo muy agitado en la reunión, enfocado en el principio de la soberanía nacional y en la presunta duplicidad del presidente Uribe más que en encontrar soluciones. García, en contraste, dijo que Perú estaba trabajando de cerca con Brasil en una propuesta que incluía una disculpa y compromiso para mejorar la coordinación en contra de la insurgencia así como un llamado de atención de la OEA a Colombia y una misión para verificar los hechos”, dice en el sumario el cable.
También resalta la posición crítica que el Gobierno peruano tenía frente a la actitud del Gobierno de Venezuela de exacerbar aún más los ánimos. En dos pasajes del documento se dice que García criticó con gran vehemencia a Venezuela y su presidente Hugo Chávez en el desarrollo de todo el conflicto colombo-ecuatoriano.
“García añadió una franca reprimenda al esfuerzo de Venezuela para exacerbar el conflicto bilateral, y destacó la preocupación de Perú con la intromisión ideológica y política bolivariana en Perú. Nuestros contactos peruanos subrayan que la propia experiencia de Perú con el terrorismo fundamentan su reacción”.
El cable narra la reunión que tuvo el entonces embajador Michael McKinley con el canciller peruano José Antonio García Belaunde, a quien invitó para informarse sobre la reunión entre Correa y García.
“Belaunde describió a Correa como extremadamente agitado durante la mayor parte de la reunión y no enfocado en encontrar una solución diplomática a la crisis. En su lugar, Correa criticó la violación colombiana a la soberanía nacional ecuatoriana, argumentando que los colombianos conocían la ubicación del comandante de las FARC Raúl Reyes unos días antes del ataque pero no hicieron nada hasta que él ingresó a territorio ecuatoriano. Correa también dirigió su ira contra el Gobierno de Colombia por hacer un falsa presentación sobre los contactos que su Ministro de Interior había hecho con las FARC”, dice refiriéndose al ex ministro Gustavo Larrea.
El cable agrega que según la descripción del Canciller peruano, “Correa argumentó que Uribe había expresado conocimiento de estos contactos, que estuvieron únicamente intencionados a negociar la liberación de los rehenes. Él también buscó justificar sus propios esfuerzos para sacar a las FARC de Ecuador, indicando que había liquidado 47 campamentos de la FARC ”.
El cable tiene un capítulo que refleja el ánimo con el que se lo escribió y que se llama “Perú tiene simpatías con Colombia”.
Ahí, el funcionario que redactó el documento dice que “mientras que el Gobierno del Perú y muchos analistas casi siempre citan el principio de soberanía, la mayoría de observadores enfatizan que la propia experiencia traumatizante de Perú con el terrorismo proporciona lastre y fundamento a su reacción. Si la soberanía nacional es un principio crítico, también lo es la necesidad de un esfuerzo regional concertado para asegurar que terroristas o provocadores no estén usando territorio vecino para protagonizar ataques o planificar acciones”.
Asegura el documento que “el presidente García continuará presionando una solución equitativa al ‘impasse’ actual que subraye el principio de soberanía pero no ofrezca respiro a las FARC o al presidente Hugo Chávez”.