En el malecón de Manta se halla el Monumento al Atún. Foto: Archivo/ EL COMERCIO
Quien llega por el norte o por el sur a la provincia costera de Manabí, en Ecuador, ahora no solo la identifica por sus playas pintorescas, la belleza de sus mujeres o la gastronomía. En los cantones del centro y sur de la provincia, el valor agregado que llama la atención de los visitantes son cuatro monumentos.
El recorrido empieza en Portoviejo, capital de los manabitas. El Monumento a la Producción, ubicado en el intercambiador de tránsito en el noroeste de la ciudad que lleva al paso Lateral y a Rocafuerte, identifica al valle del río Portoviejo y su tradición agrícola.
El mango, la caña guadúa, el tamarindo y el maíz forman parte de este monumento que capta la atención de los habitantes de la zona, pero también de los visitantes que llegan desde otros lugares de la provincia, del país o del extranjero.
Raúl Zavala, director del departamento de Turismo del Municipio de Portoviejo, asegura que el obelisco lleno de color le da valor agregado a la tierra donde la agricultura y la ganadería son pilares de la producción local.
A los visitantes les atrae la mezcla de productos. Juan Carlos Mendieta vive en Pedernales y viaja dos veces por mes a Portoviejo y afirma que en el monumento se destaca la caña guadúa.
Treinta minutos hacia el noroeste, recorriendo por una vía de primer orden, se llega a Colorado, en Montecristi. En medio del redondel que distribuye el tránsito hacia Manta y Rocafuerte aparece imponente La Tejedora Manabita. Se trata de un monumento de 15 metros de altura. La imagen de la mujer entrelazando los hijos de toquilla llama la atención de quienes se movilizan por el lugar.
Aurora Conforme, una manabita que llegó desde Quito el pasado fin de semana, describe así el monumento: “Es muy grande, sus pechos brotan tal cuál sucede cuando la tejedora se inclina a dar vida a los sombreros de toquilla, esto identifica a Manabí”.
El alcalde Montecristi, Richard Quijije, asegura que esta figura rinde tributo a la tradición histórica de la tejedora manabita, “desde la zona rural de Montecristi salen los sombreros de toquilla que se exportan al mundo. Ahora, con esta imagen, Manabí ya tiene el monumento que nos identifica como habilísimos artesanos”. Todos los días hay gente que detiene la marcha de sus automotores y se baja para tomarse una foto con el fondo de la tejedora y el cerro de Montecristi.
Siguiendo el trayecto hacia el suroeste se llega al malecón de Manta. El monumento al Atún, símbolo del progreso económico del puerto manabita, aparece a 50 metros del mar.
Está cerca del edificio del Yacht Club de la ciudad. El urbanista Miguel Camino asegura que el monumento al Atún cuenta sin duda la historia de los pescadores de Manta. La especie que forma parte de la iconografía de este pueblo está identificada como albacora y es una variedad atún. “En esta pieza se concentra la historia, la identidad y los momentos de progreso de la ciudad puerto”.
Pero en esta urbe hay otro elemento que ha causado curiosidad en los visitantes y que se ha puesto de moda en el país. La palabra Manta en gran tamaño fue colocada a un lado de la ciclo vía, a espaldas del mar. Casos similares se han visto en Quito y en Guayaquil, a raíz de campañas del Ministerio de Turismo como Ecuador ama la vida y All you need is Ecuador, que usaron igual estrategia.
Las letras de colores cautivan a los visitantes y ellos se quedan para tomarse fotos en distintas poses. A Karina Freire, una quiteña que estuvo de paso por Manta, le agradó el monumento al Atún y las letras de colores intensos. “Cuando uno se toma una foto con la palabra Manta y con el fondo de mar es la evidencia que estuvo en ese lugar”, reseña.
En el sureste de Manabí, a una hora de Manta y Portoviejo, en la vía que conduce a Guayaquil, está el monumento al Maíz. Una mazorca de 10 metros de altura ubicada al ingreso de Jipijapa es la señal que el turista ha llegado a la tierra del maíz.
Pedro Falconí, funcionario del Municipio de Jipijapa, cuenta que a este sector de Manabí se lo conocía como la Villa de Oro, por la gran producción de maíz que viene desde la época colonial.
En Jipijapa están las grandes parcelas de maíz que se siembran después que caen las primeras lluvias como advenimiento del invierno. Por eso este monumento representa parte de la identidad de este poblado manabita.