Como preguntaba la imagen del crucificado de San Diego: ¿Hasta cuándo, padre Almeida? ¿Hasta cuándo seguirán cobrando tasas de seguridad para brindarnos inseguridad? ¿Hasta cuándo seguirán preocupados de los que botan chicles y no de los que salpican sangre?
La última hazaña del innombrable ha sido la de contratar un Mocus para que insulte a los quiteños, ¡y con plata quiteña!
Comienza el Mocus por decir que los quiteños no respetamos las leyes. Miren como la vaca está hablando de tetas, como si en el país del moco la gente respetara la ley. Que los quiteños somos xenófobos dice el Mocus, cuando les hemos acogido como a hermanos a los paisanos del Mocus.
Que aquí se mueren en accidentes más personas que en la ciudad del Mocus, dice el man. Lo que no dice es que en su país mueren miles más por la violencia.
El Mocus insinúa que en tiempos de la Colonia llegaron a Quito tipos que tenían problemas con la ley. ¿Pretende insultarnos a los mestizos?, ¿acaso a su ciudad llegaron angelitos y por eso se matan a diario? ¿o pretende que sus antepasados ‘nórdicos’ eran superiores a nosotros? Que piense lo que le dé la gana, pero no pagado por los propios insultados.
El mismo tipo que se bajó los pantalones en un auditorio universitario, para mostrar su trasero frente a un grupo de estudiantes, pretende ahora enseñar cultura a un pueblo más culto que él.