Los cuentos del Duende, Tunda, Riviel, Gualgura, Patacoré y otros son difundidos. Cuando los padres de Anastacio Mina hablaban del Riviel, en la casa nadie quería subir a la canoa para ir a colocar la catanga, que es una trampa de madera que sirve para capturar al camarón de río.
Mina creció escuchando las leyendas de este ser mitológico en la cultura afroecuatoriana. Hay más personajes: Tunda, Gualgura, Patacoré, Bambero, Duende, entre otros, que son parte de las creencias afroesmeraldeñas. Incluso, sus nombres son mencionados en varias composiciones musicales de grupos de la provincia.
Pedro Zúñiga, un estudiante que estudia las expresiones culturales del pueblo afro, es apasionado por estas leyendas. Pero cree que estos seres nunca existieron y que aparecieron por la imaginación de alguien.
Elena Arroyo, de 70 años, piensa que son parte de las costumbres. Cuando tenía 17 años, cuenta que observó a Riviel, mientras se desplazaba en una pequeña canoa para ir a pescar en el río Esmeraldas. “Me causó mucho temor, porque mis padres me habían contado sobre este personaje”.
En esta región se cree que Riviel es el espíritu de un muerto que viaja en una canoa, para asustar a los pescadores. Este personaje tiene más notoriedad en el norte de Esmeraldas, donde varios pescadores de jaiba aseguran haberlo visto.
Cesarina Chichande, una mujer de 92 años y descendiente afro-chachi, cuenta sobre otro personaje mítico: la Gualgura. Se cree que es una especie de pollo pequeño que se crece hasta un metro, cuando se les aparece a sus víctimas, para atacarlos a picotazos.
Según el antropólogo Adison Güisamano, si bien no se ha podido comprobar la existencia de estos personajes, hay testimonios de quienes comentan haberlos visto. La docente Tanya Ramírez explica que -existan o no- estos seres son parte de la cultura afroesmeraldeña, incluso, de la enseñanza de las tradiciones orales del pueblo afro. En los talleres culturales de las escuelas se inculcan las tradiciones y la mitología.
El Patacoré es el diablo, dicen los habitantes. Se viste de paisano: sombrero, botas y pañuelo y está presente en todos los bailes de marimba.
Según el cuento, el Patacoré aparece en medio del fragor de la cadenciosa danza de la marimba. Toma aguardiente y sopla este licor con un polvo mágico para aturdir a sus bailadores, quienes inmediatamente caen ebrios, mientras las mujeres continúan bailando.
El Bambero, según el mito, habita en las zonas de manglares. Es un personaje delgado y de baja estatura. Los que le han visto lo describen como una persona que se moviliza sobre una tatabra (animal no domesticado que ha sido parte de la mesa de los cazadores).
Uno de los personajes más controvertidos, comenta Güisamano, es la Tunda, una hermosa mujer afro con rasgos indígenas, tiene un pie humano y otro de cabra. Es parecida a la figura del mitológico sátiro, por sus patas de macho cabrío. La Tunda también es multifacética, por lo cual adopta diversas formas según los casos.
Se piensa que deambula por los ríos y recodos, donde la Tunda atrapa el camarón para darles de comer a sus víctimas y neutralizarlas. Según la leyenda, entundaba a los muchachos desobedientes.
José Vivero, de la comunidad Concepción, en norte de la provincia, cuenta que cuando los hombres salían al monte y no retornaban, familiares y amigos iban en su búsqueda con perros y escopetas, para ahuyentar al mítico personaje.
Los vecinos de estas localidades también hablan del Duende, un hombre pequeño que supuestamente sale a cabalgar en las noches de luna. Lleva puesto un enorme sombrero y una guitarra en la mano.
Las personas murmuran que al Duende le atraen las mujeres jóvenes, de cabellera larga, a las que persigue. En la fábula se afirma que espía a las mujeres desde las copas de los árboles cuando se bañan en el río.
Las historias del Duende, que supuestamente se aparecían a pescadores durante sus jornadas nocturnas, solían ser cuentos de terror, dice Anastacio Mina (85 años), vecino de Urbina, en el cantón San Lorenzo, norte de Esmeraldas.
La invención de estos mitos se transmite oralmente por medio de las composiciones musicales, décimas y poemas del pueblo afro. Las tradiciones se mantienen vivas en zonas rurales donde los padres aún inculcan a sus hijos a temerle a la Tunda, pues les dicen que se lo puede llevar si se portan mal.
Güisamano considera que las tradiciones del pueblo afro están más arraigadas en el norte esmeraldeño, porque fue ahí donde hubo una mayor concentración del pueblo afro. Estas creencias y costumbres se comparten con los habitantes de la vecina ciudad de Tumaco, en la costa sur de Colombia.
También, a través de las letras de las canciones se han representado esas historias de sus antepasados. Rosa Quiñónez, coordinadora de la agrupación Presencia Negra, explica que en sus composiciones musicales las menciona para no perder sus creencias y tradiciones.