Existen tantos mitos sobre nuestra economía. Y están tan difundidos. El problema es que mientras sigamos creyendo en ellos, no vamos a poder resolver los verdaderos problemas que afectan al país y vamos a seguir creyendo que la solución está en aumentar el gasto, dejar de pagar la deuda, hacer campañas de alfabetización o quejarse de la larga noche neoliberal o de la dolarización. A continuación, algunos de estos mitos, aunque todavía quedan muchos otros por desmitificarse.
El gasto público sirve para bajar la pobreza. No. Los datos que permiten demostrar la falsedad de este mito son clarísimos. Entre 2001 y 2006, el gasto público creció, en promedio, en 14%. En esos años, la pobreza cayó a un promedio de 3 puntos anuales. En 2008, el gasto se disparó en 70% y la pobreza cayó solamente en un punto.
Además, el gasto público en el Ecuador está diseñado para beneficiar a las clases media y alta, pues los mayores rubros de gasto (burocracia y subsidios a los combustibles) llegan directamente a esos grupos de población. Para el próximo año, está previsto que el Gobierno gaste USD6000 millones en burocracia (clase media y alta), mientras que al bono solidario (que llega a los pobres) se destinarán solo USD660 millones.
El gasto público dinamiza la economía y baja el desempleo. Eso es totalmente teórico y, si bien ocurre en los libros de texto, no ocurre en el Ecuador actual. El año pasado el gasto público creció más que el PIB, o sea, el gasto no tuvo ningún efecto multiplicador en la economía y cada dólar gastado por el Gobierno aumentó la producción en menos de USD 1. Esto porque el Gobierno se ha encargado de ahuyentar todo aquello que parezca inversión privada, nacional o extranjera.
Y el desempleo, a pesar de ese aumento del gasto público, en el año 2008 fue significativamente más alto que en 2007. Claro que todo esto se agravó por el famoso Mandato 8, que mató la contratación por horas.
La deuda es eterna. Es tan falso y difundido este mito que más parece una ‘mentira generalmente aceptada’. Hoy, el Ecuador es uno de los países menos endeudados del mundo (y ya lo éramos antes de entrar en moratoria el año pasado). Gracias a las renegociaciones de 1994, 2000 y 2009 y gracias a los superávits fiscales entre 2000 y 2007, la deuda externa cayó casi todos los años desde 1999. Y gracias al saludable crecimiento del PIB desde 2001, su peso en la economía se ha reducido considerablemente. Deuda e intereses, para la alegría de muchos ecuatorianos (y para la tristeza de algunos izquierdosos), ya no son una carga para el desarrollo del país. La deuda se terminó. Ya no existe. No es eterna.
Lo único triste es que desde que contratamos el préstamo de Petrochina en agosto, la deuda externa volvió a crecer.
La noche fue neoliberal. No, no. Neoliberal es cuando el Gobierno no se mete en nada. En el Ecuador, el Gobierno siempre ha controlado el petróleo, los combustibles, la electricidad, los teléfonos fijos, entre otros. Eso no ha sido ni es neoliberal. Además, durante la supuesta noche solo se privatizó un par de fábricas de cemento y una aerolínea que ya estaba quebrada.
Por otro lado, la ‘solución’ a la crisis bancaria fue lo menos neoliberal del planeta: se estatizó una pelea que debía haber sido entre depositantes y deudores de los bancos. El Estado se metió en donde no debía meterse. La peor política estatal en décadas fue, por lo tanto, el prototipo de una política opuesta a lo neoliberal.
La noche fue una noche. Falso, falso, bien falso. Entre 1979 y 2006, el país progresó notablemente, a pesar de los malos precios del petróleo entre 1983 y 2000. La esperanza de vida creció de 61 a 75 años, mientras que la mortalidad infantil cayó de 59 a 16 por cada 1 000 nacidos vivos, y el analfabetismo de más de 20% a menos de 8%.
La sequía actual es la peor en 50 años. Qué va. En los primeros 15 días de noviembre de 2009 el caudal promedio del agua que llegó a Paute fue superior al que hubo en diciembre de 1989, enero de 1992, diciembre de 1998 y febrero de 2004. Eso significa que en esos meses la sequía fue peor que en los peores días de la supuesta sequía del mes pasado. Y eso que estos datos son solo desde que se inauguró la represa en 1983.
La sequía ha sido, por lo tanto, fuerte, pero no la peor de los últimos 26 años y no se puede argumentar que los apagones actuales se deben a la falta de lluvias.
Las campañas de alfabetización reducen el analfabetismo. Incorrecto. Desde 1982, la caída del analfabetismo se explica, exclusivamente, porque cada vez más niños acceden a educación básica. Pero el analfabetismo en los adultos no ha caído a pesar de las múltiples campañas de alfabetización, campañas en las que los gobiernos de turno han gastado importantes sumas de dinero publicitándose.
El Ecuador no puede devaluar. Una cosa es que el Gobierno del Ecuador no pueda devaluar cuando le dé la gana y otra es que la moneda que usa el país no pueda devaluarse. Resulta que el dólar (en gran parte por el mal manejo económico de Bush) viene devaluándose desde mediados del año 2001 frente al euro, desde inicios de 2003 frente al peso colombiano y, levemente, frente al sol peruano desde mediados de 2002. Gracias a ello, las exportaciones ecuatorianas han ganado competitividad.
Claro que al igual que los americanos ‘nos dan devaluando’, el día en que empiecen a salir de la crisis bien podría empezar a revaluarse el dólar, algo para lo que sería bueno ir preparándonos.
Los países con moneda propia pueden devaluar. No. En serio que no. Los países con moneda propia muchas veces quieren devaluar, pero no siempre pueden hacerlo. Veamos a Colombia. En septiembre del año pasado, antes de la crisis internacional, el dólar estaba en 2,177 pesos. Al cierre de noviembre de este año se ubicó en 2,002 pesos por dólar. En otras palabras, por más que los colombianos quisieron devaluar, el peso se revaluó.
La explicación es que la economía colombiana está lo suficientemente bien manejada como para que el mercado quiera comprar pesos y no le dejen devaluar, pero eso es material para otro artículo. También es material para otro artículo el especular cuánto se hubiera devaluado el sucre (si lo tuviéramos) con el manejo actual de la economía. ¿Se imagina cómo se hubiera disparado?