En vísperas de la consulta popular ha coincidido el día mundial de la libertad de expresión y de prensa. En esta época de polarización de posiciones, intolerancia y hasta de tergiversaciones sobre la comunicación social, el papel del periodismo ha sido puesto contra la pared y no hay que rehuir la responsabilidad.
Debe partirse del hecho de que está en juego el derecho ciudadano a la libre expresión y al acceso a la información, principio irrenunciable que no es un patrimonio de nadie ni una dádiva del poder ni de los medios. En un ejercicio de autocrítica, existe la necesidad de laborar con rigurosidad, sin arrogancia ni superficialidad que a veces aflora, pero esa no es la regla, aunque el poder generaliza y acusa de “opositores” para tratar de destruir un trabajo profesional con responsabilidad. Esto obliga a laborar con humildad, mayor preparación y actualización en una época tan dinámica, pero no significa que los medios no sirvan y que todo sea mentira.
Como toda tarea del ser humano, el periodista está expuesto a los errores (a veces crasos), que deben reconocerse, disculparse y rectificarse en público. Incluso, dado los bajos niveles del principal problema del país, la calidad de la educación en sus diversos niveles, la poca lectura, se observa a veces falta de rigurosidad y superficialidad, pero esa no es la regla general, como se ironiza desde el poder.
La sociedad y los ciudadanos no pueden desconocer el aporte de los medios privados. Los otros, en manos de la administración central y no es un problema solo de ahora pero sí profundizado con más medios, han obedecido al designio de la autoridad de turno. Un medio público es aquel que no solo abre el espacio a los jefes oficiales sino también a los que no trabajan para un Régimen y que se atreven a criticar sus decisiones. BBC de Londres, destacada a escala mundial por su profesionalismo, es un buen ejemplo. Allí se criticó el manejo inglés de la guerra de las Malvinas, hace 30 años.
Los medios siempre incomodarán al poder, pero lo curioso es que hay políticos que cuando han estado en oposición aplaudieron y destacaron su tarea e incluso han tenido el cinismo de servirse de sus espacios en busca de una posición pública, de palanquearse entrevistas y luego insultarles cuando pasan a ejercer un cargo y están en el escrutinio público. Más aún, critican y siguen usando los medios para dar sus discursos.
La mayoría de medios privados no solo se equivoca sino que ha dado un gran aporte a la democracia, a las instituciones y ha cumplido una tarea destacada a lo largo de la historia. Es larguísima la lista de los trabajos presentados sin miramiento de gobierno, que han contribuido al esclarecimiento de los hechos, de actos de corrupción, aunque eso haya molestado a los administradores de turno.