El Ministro de Finanzas, que soñaba con ser piloto de pruebas como lo fue su padre, sabe de modelos matemáticos. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Cuando niños, Carlos de la Torre Muñoz y su hermano menor, Patricio, jugaban a crear cosas. Una vez intentaron construir una máquina voladora, pero el intento fracasó. El globo se incendió, el taller en el que trabajaban se llenó de humo y su madre, María Teresa, los castigó.
Casi treinta años después, Carlos de la Torre no fabrica cosas, Construye ideas, conceptos. “Zapatero, a tus zapatos. Mi negocio es ser consultor, ese es mi emprendimiento a título individual”, dice desde su despacho, ubicado en la Plataforma Financiera, en Quito.
El Ministro de Finanzas, que soñaba con ser piloto de pruebas como lo fue su padre, sabe de modelos matemáticos. Ha vivido de eso desde el 2004, cuando un imprevisto ajuste de personal frustró su carrera en la función pública.
El 2004 fue año bisiesto y él lo recuerda con claridad porque en febrero de ese año, un lunes, fue despedido del Banco Central del Ecuador (BCE), donde había comenzado como asistente en la hemeroteca. Tenía 22 años y era su primer trabajo antes de graduarse.
En ese puesto leía todos los estudios económicos, en inglés o francés, que llegaban a sus manos, así como cuando de adolescente devoraba los libros del supermercado antes de que su madre terminara de hacer las compras.
En el BCE tuvo un rápido ascenso. Llegó a la Dirección General de Estudios y hasta lo becaron para que estudie una maestría en México, recuerda uno de sus excolegas en el banco, Patricio Almeida.
La reducción de la burocracia que le sugieren varios economistas no están en sus planes. “Yo sé lo que es que un padre de familia se quede en la calle, viví eso. Pude salir adelante, pero sé de amigos que no, y se suicidaron. No voy a despedir gente, no podría cargar con eso en mi conciencia”.
El Ministro tenía 32 años cuando se quedó sin empleo. Recibió una liquidación de USD 9 000, que se acabó en pocos meses. Su esposa no trabajaba y tenía dos hijos pequeños que mantener.
No tenía ahorros. El resto de la familia conoció poco de su difícil situación. “Para ahorrar gasolina apagaba el motor del carro en los semáforos”, recuerda el funcionario, que debe cumplir con el ofrecimiento de bajar el gasto público de este año: USD 34 818 millones.
Tras perder su empleo en el BCE, De la Torre halló un trabajo como encuestador. Era un estudio sobre comercio informal en el mercado de San Roque, que duró cinco meses.
14 años después, en la sala de su casa, en el sector Quito Tenis, su esposa Paulina Chávez dice que ese trabajo “los salvó”.
Para Patricio, este trabajo de encuestador sacó a su hermano de la zona de confort.
Fue el primer paso para una carrera de consultor que le llevó a colaborar en entidades como la Comunidad Andina de Naciones, la United Nations Conference for Trade and Development y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Y paralelamente consolidó su carrera como docente. En la Pontificia Universidad Católica del Ecuador dictó durante 36 semestres consecutivos la materia de microeconomía, que estudia el comportamiento de las familias, consumidores y empresas.
También asesoró durante 10 años al Régimen de Rafael Correa. Según él, “por honorarios y en temas técnicos, nada político”. Aunque sus consultorías incluyeron cuatro temas claves dentro de la línea económica del anterior gobierno.
El Ministro fue parte de la comisión que, en el 2007, diseñó el concepto del Banco del Sur, que se “quedó en papeles”.
Desde su escritorio también salió la propuesta original del Sucre, un sistema de pagos entre bancos centrales de la región, por encargo del entonces ministro Pedro Páez. Lo diseñó un lunes y el martes ya estaba en Caracas explicándolo.
El Sucre fue observado por transacciones ficticias de Ecuador y Venezuela efectuadas entre el 2011 y el 2014.
Trabajó para la Senplades en el proyecto de cambio de matriz productiva, en el 2011, y asesoró en la elaboración del Código Monetario, especialmente, en definir los mecanismos para que los recursos no estén “ociosos” y exista un manejo eficiente de la liquidez.
Aunque la teoría ofrece varias herramientas para usar eficientemente la liquidez, el uso de USD 300 millones destinados a la reconstrucción de Manabí evidenció la falta de olfato político de De la Torre, que dispuso de esos recursos a puertas de la campaña popular, donde Manabí era clave.
El Jefe de Estado le pidió públicamente que no vuelva a hacerlo y la oposición quiere llevarlo a juicio político. “Lo otro era cesar los pagos de sueldos. Imagínese que los padres de familia no reciban su sueldo en Navidad. A eso nos enfrentábamos”, justifica el Ministro, quien tampoco cree en los fondos de ahorro.
Acumular dinero para el futuro no ha sido prioridad en su vida. “El ahorro está en la constitución de un patrimonio. He trabajado por la vivienda propia, los autos, el mobiliario. Mi ahorro es el patrimonio que heredarán mis hijos”.
Tampoco está preocupado en ahorrar para la educación universitaria de sus hijos. Está seguro de que podrá pagar sus carreras, pero espera que, como le sucedió a él por sus buenas calificaciones, sus hijos obtengan becas universitarias para no pagar colegiaturas.
Para uno de sus detractores, el economista Marco Flores, estas son señales que evidencian que la línea económica no ha cambiado. De la Torre, que lleva ocho meses en el cargo, está consciente de la compleja situación. Para él, es como manejar un carro lleno de copas de cristal. “Si de golpe viro en la esquina, se derrumba todo”. ¿Incluso él mismo?