En el traslado se priorizaron documentos y equipos; los muebles antiguos se quedaron. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Empacar sillas, escritorios, computadoras y otros materiales de oficina no es una práctica nueva en el Ministerio de Finanzas. Esta dependencia pública se ha mudado tres veces en Quito. La constante ha sido trasladarse hacia el norte.
La historia de la entidad se remonta a 1831, aunque los primeros registros de su ubicación son del siglo XX. En la primera mitad de ese período el entonces Ministerio de Hacienda funcionaba en la García Moreno y Rocafuerte, en el Centro Histórico. A medida que el manejo de las finanzas del país experimentaba cambios esta dependencia se mudaba a otro domicilio.
En 1960, cuando la institución estaba compuesta por el Ministerio del Tesoro y el Ministerio de Economía, se trasladó a la calle Guayaquil, en San Blas. Pero su estancia en este sector fue corta, según el historiador Alfonso Ortiz Crespo. El ‘boom’ petrolero de la década de los 70 obligó a los gobernantes a reestructurar otra vez esta entidad clave en la administración de los recursos públicos. Esto implicó un cambio en su denominación y una segunda mudanza.
Con responsabilidades más complejas, como administrar los ingresos que generaba la exportación de crudo, el ya denominado Ministerio de Finanzas abandonó las estrechas calles del Centro y se trasladó a un edificio de siete plantas, en la avenida 10 de Agosto.
Antes de trastear los equipos y documentos a este predio de 7 200 metros cuadrados, que fue construido en La Mariscal con la intención de ser un hotel, el entonces presidente Guillermo Rodríguez Lara declaró a la propiedad de utilidad pública a finales de 1972. La mudanza se concretó a inicios de 1973.
En estas instalaciones operó hasta el pasado viernes, cuando se produjo la tercera mudanza, según la Memoria Gráfica y Documental de esta institución.
Desde 1973, 48 ministros ocuparon el despacho principal del cuarto piso, que ahora luce vacío. Entre otros estuvieron Rodrigo Paz, Alberto Dahik, el expresidente Rafael Correa y otros. Hoy el ministro es Carlos de la Torre.
El titular de esta dependencia fue uno de los últimos en dejar las instalaciones de la 10 de Agosto. El viernes se constató que los muebles de su despacho fueron sacados envueltos en plástico y colocados en camiones para llevarlos al undécimo piso de la Plataforma Financiera, ubicada en la av. Amazonas y Villalengua.
El resto del personal hizo lo propio, el día anterior, para instalarse en las oficinas de los dos últimos pisos de la Plataforma. En la mudanza se priorizó el traslado de documentos. Para esto se elaboró un plan con anticipación para cuidar información sensible.
Las computadoras, teléfonos, copiadoras, impresoras y uno que otro mueble fueron también empacados por los 633 funcionarios. El cambio causó nostalgia. “Estamos tristes. Aquí se quedan muchos recuerdos”, comentó María Mercedes Carrera, funcionaria desde hace más de 20 años.
La salida de estos ‘vecinos’ hizo que la voz de Hermelinda Nilve se quiebre. Sin ser parte de la nómina, ella ha trabajado durante 37 años en este Ministerio con un quiosco ubicado a un costado de la puerta principal; ella vende dulces, revistas y periódicos. Sus principales clientes eran los funcionarios de esta institución. “Mis cuatro hijos crecieron aquí”.
En los comerciantes de la zona aledaña la salida de esta entidad genera también inquietud. Creen que mañana -que empieza la atención en la Plataforma- sus ventas bajarán.
Para reactivar este sector, Hernán Orbea, arquitecto y consultor del proyecto de las plataformas gubernamentales, sugirió implementar un plan para que las exinstalaciones del Ministerio sean aprovechadas y no queden abandonadas. Por algunas de sus características (un baño por cada oficina) este predio, que es de propiedad pública, podría servir, según Orbea, para que jóvenes emprendedores desarrollen sus proyectos.