El ministerio de Educación, Fander Falconí, se reunió con grupos religiosos de Guayaquil. Foto: Ministerio de Educación
El ministro de Educación, Fander Falconí, se reunió la mañana de este jueves 26 de julio del 2018 con líderes religiosos en Guayaquil. La cita fue privada y analizaron los Decretos ejecutivos relacionados con la Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres.
El tema ha causado polémica por los términos utilizados. En el Decreto presidencial 397 se anunció la inclusión en las mallas curriculares de las nuevas masculinidades, sobre las mujeres en su diversidad, el cambio de roles y la eliminación de estereotipos de género.
El texto fue cambiado la semana pasada con el Decreto 460. En este se aclara que ese términos están relacionados con la igualdad entre hombres y mujeres, los valores asociados a un comportamiento libre de machismo y el desarrollo de conductas no discriminatorias.
A la reunión de este jueves asistieron monseñor Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil; directivos de la Federación de Establecimientos de Educación Católica (Fedec) y representantes de la iglesia evangélica.
“Lo que clarificamos es que los contenidos educativos siempre los vamos a construir en espacios de diálogo y en talleres conjuntos”, explicó Falconí, quien aseguró que mantendrán nuevas reuniones.
El ministerio de Educación, Fander Falconí, se reunió con grupos religiosos de Guayaquil. Foto: Ministerio de Educación
El ministro recalcó que no se han hecho cambios en los textos educativos. Para hacerlo explicó que se debe acudir a órganos especializados, generalmente las universidades. Estas emiten una propuesta que luego es analizada con los actores educativos. “La propuesta se socializa para enriquecer los textos finales que tiene que elaborar el Ministerio hasta enero del próximo año”.
La transversalización del enfoque de género se debate en foros
El mismo tema generó varias convocatorias. En la Universidad de Guayaquil, una asociación femenina de estudiantes organizó un foro para analizar la violencia contra las mujeres, el enfoque de género y las nuevas masculinidades.
A la misma hora de este miércoles, en la Unidad Educativa Guayaquil, un grupo de maestros y autoridades del Ministerio de Educación asistieron a un conversatorio sobre las estrategias para aterrizar la transversalización del enfoque de género en las mallas curriculares.
En el foro universitario, Silvia Buendía, activista de Derechos Humanos, empezó por explicar la lucha histórica de las mujeres por alcanzar derechos, hasta llegar a la aprobación de la actual Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres.
Silvia Buendía, activista de Derechos Humanos, en la facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil, habla en el foro sobre trasversalizacion de género. Foto: Mario Faustos / El Comercio
Recordó hace 100 años las mujeres en Ecuador no podían votar. Y que en 1990 el Código de Procedimiento Civil impedía a las mujeres denunciar la agresión de sus parejas. Cinco años después se aprobó la Ley 103 sobre la violencia contra la mujer y abrieron las comisarías de la mujer.
“Es un compromiso del Ecuador, como un estado, aplicar la transversalidad del enfoque de género en todas las políticas públicas. Eso está en la Constitución del 98 y vuelve a aparecer en el artículo 70 de la Constitución del 2008”.
El psicólogo Daniel Rosero, del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam), ahondó en las nuevas masculinidades como otras formas de ser hombre, apartadas a la masculinidad hegemónica que está ligada a roles y asignaciones de género que se dan en la familia.
“No dejamos de ser sujetos por identificarnos con otros roles, por identificarnos con nuevas masculinidades, más equitativas, de mayor igualdad”.
El debate fue similar en el conversatorio del colegio Guayaquil, convocado por un grupo de educadoras del sector público. La subsecretaria de Innovación Educativa y Buen Vivir, María Fernanda Porras, empezó por aterrizar en cifras la desigualdad que enfrentan las mujeres: trabajan 11 horas más que los hombres, en promedio; ganan USD 71 menos por el mismo tipo de trabajo y dedican 22 horas más que los hombres a tareas del hogar.
“En los distintos ámbitos, de la familia, del trabajo, de la sociedad, se ha asignado un rol a las mujeres asociado al cuidado, que no les permite acceder a igualdad de condiciones en derechos y obligaciones. Estas formas desiguales de relacionarnos reproducen varias formas de violencia”, aseguró.
En este foro también se habló del enfoque de nuevas masculinidades. La psicóloga clínica Mónica Villamar explicó que el término apunta a un trato más equitativo, que sirva de ejemplo para los más pequeños. Indicó que según estudios, uno de cada tres hombres reproduce los patrones de violencia que recibió en la familia durante su niñez.