Los terrenos de Alausí, en el sur de Chimborazo, están pintados de rojo. Entre las extensas sementeras de lenteja, haba y trigo, crecen por miles las plantas de amapola. De los pistilos de sus flores brota un líquido blanquecino y gomoso, necesario en la industria ilegal para la elaboración de heroína.
Los dueños de las tierras saben que en esta época del año es común ver que estas matas crezcan de manera silvestre y lleguen hasta 120 cm de altura.
Allí, la gente asegura que esa vegetación no es más que maleza inofensiva. No obstante, para los agentes de la Unidad de Inteligencia de la Brigada Blindada Galápagos, asentada en Riobamba, este es un problema serio, porque promueve el narcotráfico en el país.
Según sus investigaciones, las plantas aparentemente se cosechan y se procesan para obtener un látex utilizado en la elaboración de heroína.
Este es un tipo de droga que altera el sistema nervioso y que en el mercado ilegal puede valer hasta cuatro veces más que la base de cocaína que cuesta unos USD 1 500 por kilo y de USD 2 a 3 por gramo.
“Sabemos que esas plantas están siendo comercializadas y que no todas crecen de forma natural como aseguran los propietarios de los terrenos”, dice uno de los investigadores.
Naciones Unidas ya expresó la preocupación por la amapola en el Ecuador en su último informe del 2010. En ese documento habla de un incremento en la erradicación, pero también advierte que eso puede significar un “crecimiento de la frontera de este cultivo, lo que significaría que esta actividad ilícita gana terreno y puede tornarse en un problema mayor en el corto plazo”.
Desde el 2012, las Fuerzas Armadas se propusieron eliminar la amapola. Desde entonces se han destruido más de dos millones de plantas en nueve operativos. La mayoría de las intervenciones ocurrió en las parroquias rurales de Alausí, pero también hubo cultivos en Chunchi y en los límites con Bolívar, al este de la provincia.
De hecho, la ONU asegura que las plantas aparecen con frecuencia en la zona andina: Imbabura, Cotopaxi, Bolívar, Tungurahua y Chimborazo. Esto, por “las condiciones climáticas en estas son propicias para el desarrollo de la planta”.
Para el 2010, la mayoría de matas se erradicó en Chimborazo (71 100).
La agencia oficial Andes dice que en el 2013 se erradicaron 1,3 millones de plantas de amapola y que la mayor destrucción fue precisamente en Alausí.
El último operativo se cumplió en Guasuntos, ubicado a 20 minutos de la cabecera cantonal. Allí se arrancaron de raíz 1 050 000 amapolas de flor lila, que crecían en un terreno de 11 hectáreas. “Diferenciamos un cultivo ilegal de otro que crece silvestre porque cada mata estaba alineada en surcos, además estaban intercaladas y ocultas entre las habas”, señalaron los agentes.
Pero la ONU asegura que Ecuador posee menos de 25 hectáreas de plantaciones ilegales a diferencia de sus vecinos, Perú y Colombia que tienen entre 49 000 y 60 000 hectáreas.
En Chimborazo, los militares explican a los agricultores que esas plantas se utilizan en la industria ilegal, y que en caso de encontrar esas flores en sus terrenos deben limpiarlas y denunciar siempre la “presencia de personas sospechosas que intenten recogerlas”.
Los agricultores dicen estar asustados y no quieren hablar con extraños sobre esas plantas. “A veces llega gente preguntando por la amapola. Una vez a una vecina le ofrecieron dinero por esas flores. Ella se asustó”, relató una persona.
Unos kilómetros al sur, cerca de Sibambe, también es común encontrar amapolas floreciendo en el verano. Estas incluso se usan como planta medicinal.
Una vecina cuenta que “las flores, en infusión son muy buenas para regular los períodos menstruales y los cólicos.Además, de los pistilos y de los tallos se hace un té para el dolor; algunos dicen que es más eficaz que la morfina”.
A este sitio no han llegado ni agentes de la Policía ni extraños en busca de la amapola. Sin embargo, el campo está lleno de flores rojas y moradas.
En contexto
En el último informe difundido esta semana, la oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito señala que Perú redujo en 17,5% plantaciones de hoja de coca en el 2013. El Gobierno de ese país dice que esto significa el logro más exitoso en los últimos 14 años.