Poco a poco, el Ecuador abre sus puertas a ciudadanos del mundo. Una norma constitucional fijada en el art. 40 de la Carta de Montecristi torna permeables nuestras fronteras despreocupadamente.El Ecuador no establece reglamentación ni límites al arribo de ciudadanos de otros países, mientras se sufren los efectos de normas restrictivas en aquellos destinos preferidos de los ecuatorianos. No es fácil ingresar a los países norteamericanos ni a los Estados de la Unión Europea donde los ecuatorianos han buscado, por la situación interna de pobreza y desempleo, un trabajo que les permita ingresos que mejoren su nivel de vida.Contrariamente a las restricciones a nuestros compatriotas en otras tierras, las puertas del Ecuador se abren. Antes fueron ciudadanos que venían del Oriente Lejano. Muchas denuncias de documentos falsificados y presuntos negociados han circulado hace años.Hoy, el país es un destino preferido de los cubanos. Los más son jóvenes de entre 20 y 40 años. Muchos llegan y se casan rápidamente. Así obtienen la ciudadanía y pueden ir y venir de Cuba con libertad. Desde el 2007 más de 3 000 cubanos han alcanzado nuestra nacionalidad.En instancias judiciales se adelanta una investigación donde se inculpa a un ex alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores y a notarios públicos. La denuncia establece procesos sumarísimos de obtención de documentos que facilitaban la ciudadanía. Otros visitantes hacen de Ecuador cabeza de playa para intentar migrar a distintos destinos. Para ser ecuatoriano se debería requerir algo más que palancas, matrimonios de conveniencia o afanes de escapar a una situación de angustia. Una norma que regule los flujos migratorios y que tenga en cuenta la realidad mundial es una demanda nacional.