Si a mí me blindará Su Majestad...

Ya me quisiera yo, pobre cobra del desierto, que mi jefe me mandara a blindar.

Que firmara un decreto más o menos así: “Su Majestad, en uso de sus atributos físicos, químicos y revolucionarios, ordena que, de manera urgente, se integre un grupo de élite militar y policial para proteger a Su Majestad, a Su Vicemajestad y a La Cobra”.

¿Se imaginan ustedes, justicieros infinitos, una cobra blindada?

Pletórico de júbilo por semejante deferencia, yo me pondría camisa blindada, pantalón blindado, zapatos blindados, medias blindadas y calzoncillo blindado.

No contento con eso, pediría que me blindaran mis archivos secretos, mis estrategias publicitarias, los documentos con las conversaciones secretas de Su Majestad, las asesorías que me brinda el Loco que Ama, las conversaciones con la asambleísta Chascarrillo, en fin...

Pero también me gustaría que me blindaran mi hacienda en España, mi finca en Italia, mis departamentos en Miami, mis mansiones en Samborondón, mis oficinas particulares en Guayaquil, Quito, Cuenca y Manta, en fin...

Claro que todo eso es una utopía. Porque en este país del socialismo del Siglo XXI los únicos blindados son Su Majestad, Su Vicemajestad y...,, y...., bueno, no me acuerdo quién más, pero seguro que será un importantísimo revolucionario pelucón que sabe todo todo todo sobre Su Majestad y Su Vicemajestad.

Suplementos digitales