La vigilada celda de la que 'El Chapo' escapó en México

Vista de la celda de la cual escapó ‘El Chapo’ Guzmán hace casi una semana en la prisión ubicada en Almoloya de Juárez. Foto: AFP

Vista de la celda de la cual escapó ‘El Chapo’ Guzmán hace casi una semana en la prisión ubicada en Almoloya de Juárez. Foto: AFP

Vista de la celda de la cual escapó ‘El Chapo’ Guzmán hace casi una semana en la prisión ubicada en Almoloya de Juárez. Foto: AFP

Un laberinto de concreto y metal y 17 imponentes puertas eléctricas de hierro conducen a la celda del fugado capo Joaquín 'El Chapo' Guzmán, quien durante 17 meses habitó el calabozo número 20, el último de un pasillo asignado a los más temidos criminales mexicanos.

Guzmán, considerado hasta su captura en 2014 como el narcotraficante más poderoso del mundo al frente del cártel de Sinaloa, ocupaba una de las escasas diez celdas del pasillo de “tratamientos especiales” en el penal de máxima seguridad del Altiplano, en las que los reos permanecen completamente aislados.

Para llegar ahí hay que pasar por múltiples filtros de vigilancia entre fríos corredores y atravesar las puertas de hierro que sólo pueden ser abiertas de manera electrónica por custodios que vigilan desde casetas de vidrio y autorizan el paso solo con previa identificación en mano.

Pero ‘El Chapo’, un experto en fugas, encontró otra forma de escabullirse. Sus secuaces le construyeron un túnel de 1,5 km hasta su celda por el que el capo huyó la noche del sábado, causando una humillación internacional al gobierno de Enrique Peña Nieto.

En el suelo de la ducha de su minúscula celda, a la que el gobierno dejó acceder a un grupo de medios, aún está abierto el estrecho hoyo que conecta con el túnel, construido a 19 metros de profundidad y que condujo al capo hasta el exterior de la prisión.

En la mugrienta celda entra luz por dos pequeñas ventanas con barrotes. En las únicas dos repisas quedaron restos de maní, de tortillas de maíz y la envoltura de un medicamento para el malestar estomacal que el capo habría ingerido en las últimas horas que pasó entre esas sórdidas paredes.

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