Con el anuncio del alcalde Mauricio Rodas, la construcción del Metro de Quito ingresa a otra etapa.
El aval que los organismos internacionales dieron al proceso de licitación es un paso importante.
A esto se suma, otro anuncio positivo del presidente Rafael Correa, el martes pasado. El Mandatario ratificó que su gobierno entregará USD 750 millones ofrecidos para la obra y anunció que también dará las garantías para la ejecución de la obra.
Entonces,como dirían los periodistas deportivos,este proyecto se juega en casa. Y se juega porque para lograr el financiamiento total de la obra y para acortar los tiempos de construcción de túneles y estaciones, partes esenciales de la segunda etapa, depende directamente de la alcaldía de Mauricio Rodas, de la empresa ofertante seleccionada y del propio Gobierno.
No hay otro modo de entender este proceso. Atrás deben quedar todos los lastres políticos y personales que volvieron a la construcción del Metro un proceso tedioso, largo y, en ciertos momentos, poco esperanzador.
Ahora le toca al Municipio tener la capacidad técnica de proponer un conjunto de acciones para que el consorcio que recibirá la adjudicación tenga el menor de los reparos para reducir el monto de una diferencia establecida en USD 490 millones. Intervención directa a los costos indirectos, ajustes en el diseño y ejecución de obras secundarias o complementarias a cargo de otras empresas se presentan como las alternativas. Al consorcio ganador le toca, por lo menos, escuchar y acompañar al Municipio en esta cirugía de reducción de costos. Claro, aquellos valores que no incidirán en la obra. No es nada irreal que los USD 490 millones de diferencia puedan bajar a USD 300 millones. Esta cifra es más manejable con un nuevo crédito.
Aquí el otro protagonista es el Gobierno Nacional, que debe cubrir los USD 750 millones y las garantías para el nuevo crédito. Por eso, el anuncio del Primer Mandatario en Coca se vuelve un espaldarazo al proyecto. A los quiteños les toca seguir y apoyar este proceso.