Dudas van, dudas vienen: ¿Por qué hay diferencias significativas entre el precio referencial del Metro y las propuestas de los cuatro oferentes? ¿Los oferentes exageran en sus pretensiones o la realidad del proyecto obliga a presentar esos montos?
¿Hubo errores en el proceso técnico, en los estudios o en la asesoría? ¿Primó lo técnico o lo político? Y, por último, de alcanzar valores superiores a USD 1 504 millones, ¿es viable este sistema para la movilidad y economía de la ciudad, teniendo en cuenta la relación costo-beneficio?
Esta carretera de preguntas surge tras el anuncio del alcalde Mauricio Rodas de que las propuestas económicas para la construcción de parte de la segunda fase del Metro (la principal de todo proyecto) superan el costo total del proyecto: USD 1 777, 1 908, 2 139 y 2 183 millones superan los USD 1 504 millones iniciales.
Lo que ocurrió con la apertura de sobres no fue otra situación que materializar, en buena parte, una serie de cuestionamientos hechos por expertos sobre los costos reales que tendrá el proyecto versus los beneficios sociales.
Se habló de que los montos finales en proyectos de este tipo son superiores a los planteados desde un inicio. En el caso de Quito se ciernen dudas de las obras que la topografía del Centro Histórico obligue a ejecutar.
Y si no hubo razón para esto, por qué, desde la parte oficial de la anterior administración municipal, no se advirtió que los valores en este tipo de megaobras pueden superarse?
La construcción del Metro, desde el martes pasado, ingresó en una etapa difícil cuya secuela estará dada por las alternativas de financiamiento que se encuentren.
El Alcalde aprovechó un acto protocolario para pedir al presidente Rafael Correa posibilidades de diálogo para hablar de esta situación. Ese acercamiento es más que necesario. Se requiere de ese respaldo; de lo contrario, no queda más que repensar el proyecto y dirigir acciones para el fortalecimiento de otros sistemas de transporte.