Mercado de abastos, con más de 90 años de historia, cierra por remodelación en Guayaquil
El Mercado Central de Guayaquil fue cerrado para ser remodelado. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
El movimiento acelerado en sus estrechos corredores y los gritos de ofertas al paso han desaparecido. Las puertas del Mercado Central están cerradas con cadenas y candados, y quienes transitaban por este tradicional centro de abastos de Guayaquil se preguntan qué ha ocurrido.
“Nunca había cerrado y casi no dormía. Desde las 04:00 ya había movimiento por estas veredas”, dijo Anastasio Orrala, un cliente frecuente de los comedores criollos del lugar. El mercado, ubicado en el cuadrante de las calles 6 de Marzo, Lorenzo de Garaycoa, 10 de Agosto y Clemente Ballén, en pleno corazón de la urbe porteña, fue cerrado para su remodelación.
Así lo anuncian los oficios municipales pegados en sus paredes. Allí también dejaron sus mensajes los vendedores, con pequeños anuncios de nuevas direcciones y números telefónicos de contacto para su clientela. “Aquí había de todo”, refirió Amparo Navas, otra asidua visitante del mercado.
Durante un año el Municipio de Guayaquil se encargará de readecuar y modernizar su infraestructura. Inicialmente el presupuesto planteado dentro del proceso de licitación -que se ejecutó en el 2017- fue de USD 2,8 millones.
El edificio tiene una historia que data de 1922 y 1923, tiempo que tomó su construcción. Tres años después comenzó a atender y hasta el pasado viernes acogía a más de 300 comerciantes de los más variados productos. Aquí era posible encontrar desde comedores tradicionales, confiterías, puestos de legumbres, frutas y carnes; hasta hierbas y preparados para las ‘limpias’.
Su fachada es una huella del arquitecto italiano Luigi Fratta y en su estructura intervino el ingeniero Óscar Battaglia. La edificación tiene un estilo neoclasicista, con detalles sobrios y líneas rectas. Es uno de los tantos bienes con alto valor arquitectónico de la ciudad, muy ligado a su historia.
Y mientras en sus 5 940 metros cuadrados de superficie se tumban paredes y viejas estanterías, los vendedores que por décadas establecieron sus negocios en las entrañas del antiguo mercado se adaptan a nuevos espacios.
A pocas cuadras, en las calles Colón y Pío Montúfar, el Municipio de Guayaquil alquiló tres parqueaderos donde se adecuaron pequeños espacios temporales para los comerciantes. Algunos tienen apenas dos por dos metros.
Este fin de semana los vendedores aún pintaban rejas, arreglaban repisas y acomodaban la abundante mercadería. “Esperamos que nos reubiquen cuando se cumpla el tiempo de la remodelación. Mi familia trabajó por años en el Mercado Central y esperamos volver”, dijo Rosa Yupa, vendedora de legumbres.
220 locales han sido habilitados por el Cabildo en estos centros provisionales. Los comerciantes coinciden en que será difícil igualar el nivel de ventas que tenían en el vetusto mercado, debido a su céntrica ubicación.
“Las ventas han disminuido y los clientes están un poco perdidos. Esperamos que poco a poco el negocio mejore y tener el mismo movimiento”, dijo Pedro Chango, quien atiende en un puesto de venta de jugos.
El espacio limitado aturde a los clientes. Algunos pasaban una y otra vez por los angostos corredores, en busca de rostros conocidos. “No encuentro a mis caseros, pero hay que acostumbrarse porque es por el bien de la ciudad”, dijo Rosario Quijije.
Otros propietarios sienten incertidumbre. “Nos han dicho que lo están remodelando para hacerlo como un ‘mall’, con otro tipo de comercios. Ojalá no nos dejen a un lado”, dijo una vendedora de abastos que prefirió no dar su nombre.
Los comerciantes están dispuestos a continuar con el pago del alquiler por sus locales, aunque el valor aumente. En el viejo edificio pagaban entre USD 35 y 50 al mes. Como advertencia, junto a los portones del mercado dejaron su petición. “Esperamos volver después de un año”, se lee en algunos carteles.