Debo confesar mi equivocación. Siempre pensé que los partidos y movimientos políticos buscaban dirigir la Función Ejecutiva para impulsar sus propuestas ideológicas y sus programas de gobierno. Jamás se me ocurrió que podrían actuar, sin tener atribución para ello, como jueces de paz en temas privados, y menos se me pasó por la mente que sean una alternativa a las labores que desempeña la Función Judicial, sin ser tampoco un centro de mediación o arbitraje de los previstos en la ley.
Nunca imaginé un partido o movimiento político en Carondelet, auspiciando a un señor al que se le informa que el pago de una obligación por él contraída debe ser cumplido de tal o cual manera. Jamás se me pasó por la mente que el coordinador de la comisión jurídica del movimiento político en el poder, envíe un oficio en tal calidad, y en papel de Alianza País, para decir, entre líneas, que la agrupación política está detrás de un caso comercial. ¿Mensaje subliminal de que los allegados a Alianza País están bien ubicados y siempre tienen razón? Un movimiento político no se puede preocupar de contratos privados en los que no interviene la política ni políticos. Cualquier divergencia surgida por un convenio privado es cuestión de la justicia ordinaria.
Pero lo que se vendió como una nueva forma de hacer política. Lo que se dijo que la “partidocracia” es cosa del pasado, resulta una mentira. Algunos de los miembros de Alianza País buscan desde su posición burocrática, demostrar que tienen poder. Así la nación se desangra, y las malas costumbres de ciertos políticos se siguen repitiendo, pero ahora con el descaro de la ignorancia.
Enviar una contestación a un requerimiento particular en papel de la Comisión Jurídica de Alianza País, firmada por el Coordinador de la referida Comisión, es una forma de sugerir que el movimiento puede intervenir en la justicia. O que una queja entre particulares pueda ser conocida y resuelta por los Comités de la Revolución Ciudadana. ¡Para qué ir a la justicia ordinaria! Esto es un síntoma de que la corrupción sigue rampante, a pesar del maquillaje con el que se intenta vender cada sábado un estilo de gobierno pletórico de insultos.
¿Se logra una “Patria Altiva y Soberana”, como consta en el papel membretado de Alianza País, con esquelas en las que se busca sutil o burdamente demostrar el poder que tiene una persona en este gobierno? ¿Es ético que un ciudadano recurra a la fuerza que da un movimiento político para intentar superar sus discrepancias comerciales? El país se encuentra en peor situación de la que el economista Correa recibió al Ecuador hace casi 4 años. Falta de inversión, amigos extranjeros indeseables, inseguridad jurídica atroz, tráfico de influencias y amenazas a la libertad de expresión, ¡ese es el país en que vivimos!