Río de Janeiro. IPS mundo@elcomercio.comUn informe de la ONU publicado en vísperas del V Foro Urbano Mundial, que se organizó en Río de Janeiro del 22 al 26 de marzo, sostiene que la población brasileña que habita en favelas se redujo en 16% entre 2000 y 2010.
Una nueva clase mediaMarcelo Neri, de la Fundación Getulio Vargas, dice que hay “una nueva clase media”, que absorbía un tercio del total de la renta brasileña en 1992 y que actualmente llegaría a más de 50%.Entre 2003 y 2008, unos 32 millones de personas experimentaron avances en la escala social y, de ellos, unos 2,6 millones se habrían incorporado al mercado consumidor, indica.Pero salir de las favelas, o mejorar las condiciones de vida dentro de ellas, es apenas el primer paso. En los últimos años le dimos brasileños pobres a los mercados consumidores, acota Neri . “Ahora es necesario darle el mercado a los pobres. Microcrédito, microseguro y, sobre todo, educación de calidad”. Tras cinco días de deliberaciones, el V Foro Urbano Mundial de laONU terminó en Brasil con la divulgación de la Carta de Río, que defiende esfuerzos de los gobiernos por crear ciudades “más justas, democráticas, sostenibles y humanas”. Esos números contrastan con las percepciones brasileñas, pero revelan en todo caso una mejoría en las condiciones de vida de los habitantes urbanos más pobres de este país sudamericano, que tiene una población de más de 192 millones de habitantes.El geógrafo Jailson de Souza, fundador del Observatorio de Favelas, una organización social dedicada a la investigación de estos vecindarios hacinados, destaca que la definición de favela no es universal y por tanto no puede aplicarse por igual a países como Brasil o China.“Los técnicos de la ONU podrían no considerar ‘favelas’ varios de nuestros barrios más populosos”, ejemplifica en referencia a La Rocinha, en Río de Janeiro, considerado por algunos como un barrio de clase media baja.De Souza, actualmente secretario de Educación del municipio carioca de Nova Iguaçu, cuestiona en entrevista con IPS la conceptualización de una favela como “un asentamiento precario”, pues se trata de una visión muy limitada. El informe ‘Estado de las ciudades del mundo 2010- 2011: Reducir la brecha urbana’, presentado antes del V Foro Urbano Mundial, revela que 227 millones de personas en el planeta consiguieron dejar las condiciones de vida de los asentamientos precarios en la última década.Eso significa que esa cantidad de población registró mejoras en los cuatro factores que evalúa el estudio: saneamiento básico, agua potable, calidad de la vivienda y densidad de habitantes por metro cuadrado.Esto constituye el cumplimiento anticipado de uno de los ocho objetivos de desarrollo del milenio: mejorar la vida de 100 millones de habitantes de tugurios para 2020. No obstante, el aumento de la población y el éxodo rural incrementaron de 776,7 millones a 827,6 millones el número de habitantes de estos barrios.En el caso de Brasil, el estudio del Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat) especifica que la cantidad de brasileños que viven en zonas urbanas hacinadas bajó en 10,4 millones de personas. La mejora más significativa fue en saneamiento.Hábitat se refiere a ciertas políticas socio-económicas y menciona la disminución de la tasa de natalidad y de migración del campo a la ciudad, aunque advierte que 54 millones de personas viven todavía en favelas en Brasil.Los números de la ONU sorprendieron en Brasil. Río de Janeiro, la segunda ciudad más grande del país después de la sureña São Paulo, ha registrado un crecimiento de sus favelas.Según el municipal Instituto Pereira Passos, entre 1999 y 2008 la superficie de las favelas en el municipio de Río de Janeiro se expandió en alrededor de tres millones de metros cuadrados.En 2008, un tercio de los 5 564 municipios brasileños declaraban tener asentamientos irregulares. De Souza prefiere referirse a “la mejoría progresiva en las condiciones habitacionales de las favelas”, lo que no significa una disminución del número de habitantes en esos espacios.Los avances se registran “en estructura urbana” de las favelas, como saneamiento básico, salud o calles pavimentadas, que sin embargo no impiden seguir tipificándolas como favelas.
De Souza también menciona la reducción del éxodo rural. Desde la década de 1980 este cayó efectivamente hacia los grandes centros, como São Paulo y Río de Janeiro, tradicionalmente receptoras de gente del interior. Esto se debe en parte al crecimiento económico de regiones como el nordeste, emisora tradicional de migrantes, del norte y del centro.Ese fenómeno se habría acentuado después del inicio del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva en 2003, ayudando a cambiar la geografía de la migración, según De Souza. La incógnita geográfica es la nueva “dirección” de las familias que supuestamente salieron de las favelas. En su opinión, ese destino podrían ser las propias favelas, pero con más equipamiento y servicios, los municipios vecinos y las franjas urbanas de las ciudades.