Redacción Negocios
La última cifra de desempleo, del 9,1% a septiembre de 2009, es un indicador alarmante, aunque la falta de generación de puestos de trabajo ha sido una constante en la última década, convirtiéndolo en un problema estructural.
Tanto el desempleo como el subempleo mantienen la tendencia de las décadas anteriores. Así, la tasa media de desempleo fue de 7,6% en los ochenta y de 8,6 en los noventa, frente al 8,9% en dolarización.
La pregunta que surge es: si la economía creció ¿por qué no se redujo la tasa? La respuesta es que la economía no está creciendo lo suficientemente rápido para compensar el aumento de la población que entra al mercado laboral. Además, la competitividad de las empresas ecuatorianas ha disminuido en comparación con las de la región y del mundo. A escala latinoamericana, entre 1990 y 2001 se pasó del puesto 12 al 13 entre 17 países de América Latina.
Ecuador se encuentra entre los países menos industrializados. Entre 2000 y 2005, descendió aún más en el ‘ranking’ a escala latinaomericana ocupando el puesto 15 entre 17 países.
“Mientras el valor agregado de las empresas no crezca y la productividad no suba, solo se podrán subir los salarios un poco, como el último incremento”, dice María Belén Freire.
Y si bien el salario básico ha subido de USD 121,3, en 2000, a USD 218 en 2009, la canasta básica familiar se ha incrementado hasta llegar a USD 528,9.
Es decir, la brecha para cubrir el costo de la canasta persiste, aunque el déficit cada vez es menor. Un aumento en el salario mejorará el poder adquisitivo de quienes tienen empleo, pero la mitad de la población no puede beneficiarse, pues en el subempleo no hay salario digno.