El proyecto hidroeléctrico Mazar está casi listo y se prevé que desde abril genere electricidad, según el gerente de la Corporación Eléctrica del Ecuador, Antonio Borrero. Esta obra también servirá para guardar agua para la producción de la Central Hidroeléctrica Paute, que está aguas abajo.
Mazar tiene un embalse de 410 millones de metros cúbicos de agua, Paute cuenta con 120 millones, de los cuales 50 millones están ocupados por sedimentos. Cuando hay sequía en el Austro, Paute puede perder sus reservas en siete días, si produce a toda capacidad, y con Mazar tendrá agua para generar energía durante casi dos meses sin lluvias.
Mazar tendrá una potencia instalada de 160 megavatios y esta energía la conseguirá con el aporte de dos turbinas con capacidad de generar 80 megavatios cada una. En marzo próximo, cuando se prevé iniciar el llenado del embalse, se harán las pruebas. Ahora se termina de instalar la segunda turbina y a la primera ya se le han hecho pruebas en seco.
En marzo de 2005, el ex presidente Lucio Gutiérrez firmó el contrato para las obras civiles, que se iniciaron en 2006. La inversión es de USD 400 millones. Este Diario registró los avances del proyecto.
LEY DE COMUNICACIÓN
‘La tarea de los medios es dignificar sus contenidos’
JUAN CARLOS MORALES
ESCRITOR, PERIODISTA E INVESTIGADOR
Redacción Ibarra
¿Qué opina del debate sobre el proyecto de ley de Comunicación que se desarrolla en la Asamblea Nacional?
Alvin Toffler dice que las leyes caminan a 5 kilómetros por hora, mientras la realidad, la cruda realidad, avanza a más de 100. El debate sobre esta ley tiene varios actores: la ciudadanía, los mediadores o periodistas, los propietarios de los medios y el poder, llámese religioso, ideológico o que provenga del Ejecutivo.
¿Todos interactúan?
Lamentablemente, la discusión actual está contaminada por la política. Es por ello que ha derivado en una suerte de castigo o se ha confundido sobre cuáles deben ser sus límites, porque el tema de la ética no ha sido discutido. Hay una clave central, además: la democratización de la información frente a una aparente dictadura mediática. Sin embargo, la libertad de expresión no es únicamente de los medios sino básicamente le corresponde a la ciudadanía.
¿Cómo se vive la libertad de expresión en los medios de comunicación de provincia?
Hace algún tiempo escribía en un diario de provincia y publiqué un artículo sobre la influencia del concepto del mal. Por ejemplo, la idea del diablo que vino en carabela, siguiendo un ensayo de Sergéi Gruzinski. Era una opinión absolutamente académica que interrogaba por qué la Iglesia tiene la facultad de tener un canal de televisión para orientar, con misas de por medio, a la ciudadanía que lo sintoniza.
Era un artículo polémico…
No pasó mucho tiempo cuando, por presión de los jerarcas eclesiales, fui literalmente echado del medio. Así que comprendí enseguida la frase del pensador Agustín Cueva, cuando afirma que desde su edad de piedra, la Colonia nos persigue, mata todo afán innovador y nos esteriliza.
¿Hay un poder que trata de controlar la información?
Por eso hablo del poder, en el sentido más amplio de la palabra. Para nuestro caso también involucra a verdaderos caciques políticos que han utilizado a los medios de comunicación para defender sus intereses. No obstante, sería necio negar la pasión de los jóvenes periodistas, quienes cotidianamente tratan de develar una realidad adversa. También están los verdaderos charlatanes o seudocomediantes, que más parecen una copia de esa radio La Voz del Sinche, que se lee en ‘Pantaleón y las visitadoras’, la obra de Mario Vargas Llosa.
¿A dónde conducen estas miradas de hacer comunicación en el país?
En el Ecuador, únicamente el 1% de su población mayor de 18 años lee. Casi el único vínculo que tiene la población con la realidad está en los medios de comunicación. Estos se han convertido en una suerte de historiadores del vértigo. Muchas de las programaciones de la radio están en manos de moledores de discos, que banalizan la verdadera esencia de la comunicación.
No son todos…
Vivimos narcotizados por estos mediadores que fungen, micrófono en mano, la condición de cronistas de nuestro tiempo. Hay también, especialmente en la prensa, quienes buscan algo que no se discute: su reinvención. Es
el momento también de que quienes somos periodistas miremos entre el vértigo que nos conduce a la amnesia o la trascendencia que implica la memoria.
¿A qué se refiere?
Vivimos condenados a la inmediatez noticiosa, a los temas polémicos y dejamos a un lado ese ejercicio válido de armar un país posible. Es como el tema de la identidad que se construye a partir del ocultamiento de lo que somos. Acostumbrados a eso no hemos logrado apreciar que podríamos ser cronistas, en tiempo real, de los imaginarios positivos que generamos como pueblo.
Por innumerables razones, Ecuador es una país que tiene una permanente generación de noticias…
En el caso de la violencia, en Colombia se ha producido la colombianización de la noticia. Este país vive la ecuatorianización de la desesperanza.
¿Cuál debería ser, entonces, el rol del periodista?
En el siglo III antes de nuestra era, el filósofo Meng-tsé dijo que dejamos de ser un poco humanos el día en que perdemos el asombro de los niños. Creo que eso es un periodista: aquel que nunca pierde el asombro, pero también es -y en eso hay que ser irreductible- la mala conciencia del poder, incluso del poder interior de los medios de comunicación.
¿Cómo trabaja un articulista en un medio público?
Con la misma responsabilidad de cuando se trabaja en un medio privado: la ética como sentido de la palabra. Pero Sábato nos recuerda que el público está sumido en el folletín o en la telenovela, el cine para oficinistas o literatura para gente semianalfabeta y cursi. De allí que la tarea de los medios, sean públicos o privados, es dignificar sus contenidos para que no tengamos que encender la televisión los domingos y mirar a unos cómicos que se regodean en sus chanzas racistas.