En Mataje se usó una vieja trampa de los guerrilleros

A la Base San Eduardo llegaron los dos cuerpos de los Militares que fallecieron en el incidente en Mataje, en Esmeraldas. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

A la Base San Eduardo llegaron los dos cuerpos de los Militares que fallecieron en el incidente en Mataje, en Esmeraldas. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Este miércoles 21 de marzo, militares reforzaron el control en la vía que conecta Mataje con San Lorenzo. Foto: EL COMERCIO

El ingreso a Mataje permanece bloqueado. Los vehículos solo avanzan hasta el destacamento militar situado a kilómetro y medio del poblado.

Tras el ataque del martes, 20 de marzo del 2018, la seguridad se intensificó en esa y otras zonas fronterizas. Los uniformados exigen documentos a todos los que intentan entrar o abandonar Mataje. Incluso toman fotografías.

Los datos de Inteligencia advierten que puede haber más artefactos explosivos abandonados en el sector. Por ahora, los primeros informes refieren que los sospechosos usaron una trampa tipo ‘cazabobos’.

Así se conoce a las bombas caseras que empleaban los guerrilleros de las FARC para atacar al Ejército colombiano y evitar que ingresen a las zonas en donde tenían influencia.

Según Inteligencia, los disidentes de ese grupo subversivo ahora están aplicando esas herramientas para atentar contra militares ecuatorianos.

Los uniformados explican que hay dos formas para activar estas trampas. La primera es a través de un dispositivo manual, activado a distancia.

La segunda opción es que la bomba se accione accidentalmente, cuando se pisan ramas o alambres camuflados.

Ramiro Mantilla, comandante de la Policía, reveló que el artefacto usado fue de tipo artesanal y que se lo accionó a través de un sistema eléctrico, similar a la bomba detonada en el retén de Borbón, el viernes 16 de marzo del 2018.

Es decir, los sospechosos colocaron cables hacia el artefacto. Esto también lo confirmó el jefe del departamento de Criminalística, Fausto Olivo.

Él analizó el explosivo y aseguró que los insurgentes armaron la carga con fragmentos de clavos y tuercas. Según el oficial, los armados estaban en territorio ecuatoriano y vieron cuando los militares pasaron por el sitio. Por eso catalogan el ataque como una emboscada.

El miércoles, 21 de marzo del 2018, EL COMERCIO entrevistó a altos oficiales del Ejército colombiano y confirmaron que disidentes de las FARC y el ELN emplean las llamadas trampas ‘cazabobos’ para atacar a sus soldados. En Colombia, su uso data desde 1 996 y se intensificó en la última década.

Mientras las investigaciones avanzan, el miércoles, en San Lorenzo hubo escenas de dolor. En esa ciudad fue velado el cuerpo del suboficial Luis Alfredo Mosquera, uno de los tres militares fallecidos en el atentado.

A San Lorenzo llegó el cuerpo del suboficial Luis Alfredo Mosquera, de 47 años. Foto: EL COMERCIO

Sus familiares montaron dos carpas grandes en una calle del barrio 26 de Noviembre. La vía de adoquín fue cerrada para recibir a amigos y a parientes que llegaron desde Guayaquil.

En el interior del féretro, el infante de Marina de 47 años lucía su traje militar y una boina negra con el escudo de la Armada. Sobre el ataúd de madera se colocó la bandera del Ecuador y la gorra que el soldados utilizó durante 26 años de servicio a la institución.

Desde hace dos años, Mosquera tenía el rango de suboficial segundo de la Armada y le quedaban cuatro años para jubilarse. El uniformado ingresó a los 19 años como marino.

Quienes lo conocieron relatan que era un infante apasionado por su trabajo. Hace seis días salió de su casa, ubicada en el barrio Unión y Progreso, en San Lorenzo, para sumarse a los patrullajes desde la base militar ubicada en Mataje, a 10 minutos de donde residía.

El uniformado debía regresar a casa el martes, en horas de la tarde, tras cumplir con su semana de trabajo, pero eso no ocurrió. Ese día se registró el atentado. Por la mañana, antes de salir al patrullaje, llamó a su esposa, Martha Erazo, para decirle que cuidara de Mateo, su hijo 10 años, el único varón de cuatro hijos que tuvo con ella.

“Me dijo que todo estaría bien y colgó, mientras yo viajaba a Esmeraldas”, relató este miércoles Erazo. El domingo anterior (18 de marzo), Mosquera también llamó a su madre, María García Tenorio.

Ella reside en Guayaquil. “Me saludó atento como era él y le pedí que no se metiera en el monte. Solo me respondió que todo estaría bien y cerró”, recordó ayer la mujer de 75 años. Ella fue una de las que no paraban de llorar sobre el féretro.

Para el próximo mes (abril), Mosquera había planificado asistir con su esposa a la graduación de sus hijas en Guayaquil, donde estudian Enfermería. “Ese era un anhelo de mi padre que siempre nos crió con esa disciplina militar y con amor”, comentó, entre lágrimas, Génesis, una de las hijas del oficial.

En San Lorenzo recuerdan a Mosquera como ‘Castrilli’, en honor al árbitro argentino Javier Castrilli, porque en sus tiempos libre se dedicaba a pitar los partidos de fútbol.

Este miércoles, en Guayaquil, también hubo una ceremonia religiosa por los otros dos infantes fallecidos. En el casino de la Base Naval San Eduardo se levantó una capilla ardiente, a las 10:00.

Más temprano, a las 08:50, los cuerpos llegaron a la base naval, contiguo al aeropuerto de la ciudad, Familiares y amigos recibieron a los militares.

Por la tarde, el cuerpo de Serjio Elaje fue trasladado al Suburbio de Guayaquil, en donde se realizó el velatorio. Los restos de Jairon Sandoval, en cambio, fueron llevados a Milagro.

El ataque fue condenado a nivel regional. La ONU, por ejemplo, calificó estos hechos como “actos criminales”. También extendió las condolencias a las familias de las víctimas.

Colombia fue más allá y advirtió que alias ‘Guacho’ pudo estar detrás del ataque a los militares. A él también se lo señaló por el atentado al comando de la Policía de San Lorenzo, el 27 de enero. El ecuatoriano, disidente de las FARC, se mueve entre las dos naciones.

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