María Rubio hace 30 carreras al día al mando de su taxi

La taxista  María Rubio, de 63 años.     La santodomingueña comparte las labores del hogar con el oficio.  Juan Carlos Pérez /EL COMERCIO

La taxista María Rubio, de 63 años. La santodomingueña comparte las labores del hogar con el oficio. Juan Carlos Pérez /EL COMERCIO

La muerte de su esposo la obligó a trabajar como taxista. María Rubio conduce desde hace un año un vehículo marca Chevrolet del 2009, de color amarillo. “Era de mi esposo”, dice, con un dejo de nostalgia. “El vehículo estaba a mi nombre; fungía como accionista en la cooperativa 14 de febrero”.

“Cuando él murió–agrega- me quedé sola y supe que tenía que trabajar en este oficio”. La mujer, de 63 años, tiene a su cargo la educación de tres de sus 10 nietos, que viven con ella a raíz de la muerte de uno de sus hijos.

Al día hace entre 20 y 30 carreras. Es común verla tras el volante, entre las calles Ibarra y 29 de Mayo, en el centro de Santo Domingo. Usa lentes y viste blusa, pantalón de tela y zapatos bajos, para sentirse cómoda.

En la semana gana, en promedio USD 90. Son USD 40 más de lo que percibe un taxista que no tiene vehículo propio. David Hidalgo, por ejemplo, hace entre 36 y 40 carreras al día.

Él percibe USD 40, pero de ese total debe destinar 10 USD para la gasolina y USD 20 más para el dueño del taxi.

“A veces me da ganas de renunciar”, refiere Hidalgo, de 34 años. Dice que sueña con tener un ve-hículo propio, pero no cuenta con los recursos suficientes. Además del precio del automotor (USD 35 000) debe contar con recursos para pagar el cupo, que es un requisito previo para ser parte de una cooperativa de taxis. Cuesta USD 10 000.

Por ello, él sostiene que muchas personas prefieren laborar en la informalidad. En Santo Domingo existen 25 cooperativas de taxis reconocidas por la Ley y un total de 1 174 unidades. Pero con los vehículos que funcionan como taxis ejecutivos (informales) llegan a 1 474 en total, según la Comisión Provincial de Tránsito.

“Son demasiados para una ciudad tan pequeña”, dice Rubio. Según el INEC, la población tsáchila es de 365 965 y, con la población flotante, superan los 500 000, explica el Municipio.

En la Comisión se aseguró que para cubrir la demanda de ese número de pobladores se requieren 1 500 taxis. “No hay sobre-oferta”, dijo una funcionaria.

Pero Fausto Mera, dirigente de la Unión Provincial de Taxistas, afirma que los cálculos de la Comisión no son exactos. “Existen al menos 2 280 unidades circulando; de ese total, 480 serían taxis que operan en la informalidad”.

Por esta razón, la Federación de Taxis se quejó ante la Comisión de Tránsito sobre el estudio que hizo una consultora en la ciudad, que determinó un cupo de 480, cuando la Federación pedía que se legalizaran máximo 150.

Rubio, que es la única mujer taxista de su cooperativa y de las primeras en Santo Domingo, cree que se deberían limitar los cupos de legalización, pues la competencia empieza a ser un problema para los conductores. “Con lo que yo gano apenas me alcanza para la comida de la casa. Desde hace unos dos años la situación se ha complicado para todos”.

Ella trabaja de lunes a viernes, de 07:00 a 18:00. Por las mañanas hace un recorrido escolar que aprovecha para dejar en la universidad a sus dos nietos. Al mediodía deja el volante momentáneamente para cocinar, almorzar y por la tarde, a las 14:00, vuelve a recorrer las calles de la ciudad de Santo Domingo.

“El oficio es muy duro y más para una mujer. Hay muchos hombres que al verme tras el volante no suben al taxi, pero sigo adelante trabajando con amor, respeto y espíritu de servicio”.

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